SOCIEDAD

La Operación Chester se hunde

El almacén donde se intervino el supuesto alijo era en realidad un depósito validado por Aduanas. / DA
El almacén donde se intervino el supuesto alijo era en realidad un depósito validado por Aduanas. / DA

La Operación Chester se hunde. El mediático caso, anunciado como la desarticulación de una red de contrabando de tabaco ilegal, no era tal, según se considera probado en una sentencia comunicada en días pasados por la Sección Sexta de la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife. En realidad ni hubo contrabando ni el tabaco era ilegal o nocivo para la salud, aunque aún cabe recurso de casación contra esta decisión judicial que absuelve a los diez acusados, después de que en 2011 (dos años después de la redada) se exonerase de toda culpa a otros tres funcionarios.

Lo peor del asunto es el panorama resultante de aquel 23 de octubre de 2009, cuando guardias civiles con pasamontañas irrumpieron en el puerto de Santa Cruz de Tenerife y se llevaron esposados a plena luz del día y delante de sus compañeros de trabajo a los implicados.

Seis años después hay matrimonios rotos a cuenta de las acusaciones, así como vehículos retenidos y cuentas aún embargadas a los ahora absueltos, entre otras secuelas. De los 13, cinco eran funcionarios: dos policías portuarios, un trabajador de la Agencia Tributaria Canaria (los tres liberados en 2011) y dos funcionarios de Vigilancia de Aduanas: todos ellos fueron suspendidos de empleo y sueldo. En cuanto al resto, el estigma en su sector profesional y algo más: una agencia de Aduanas con tradición en la Isla se vio seriamente afectada, al punto que durante un tiempo tuvo las cuentas embargadas, lo que prácticamente paralizó su actividad. Tres de los detenidos pasaron dos meses en prisión preventiva, y un cuarto otro mes más.

El anuncio

La rueda de prensa se celebró con todo tipo de autoridades presentes, y en la misma se describió un panorama tan aterrador como (ahora se sabe) absolutamente fantasioso. A los arrestados se les acusó en la misma de delitos contra la salud pública, asociación ilícita, cohecho, contrabando, contra la propiedad industrial y fraude fiscal entre otros delitos, por formar parte de un entramado que tras recibir los cargamentos en Tenerife también lo introducía en la Península y Andorra. En realidad sólo se les acusó de contrabando, contra la propiedad industrial y, en el caso de los vigilantes aduaneros, de omisión del deber de perseguir delitos. Ninguno ha sido probado, como queda dicho.

También se anunció (entre otras muchas cosas) que consumidores locales de dicho tabaco se habían quejado del mal olor y desagradable sabor, y que las marcas afectadas habían denunciado, pero en el proceso sólo consta una denuncia de Philip Morris, empresa que reconoció posteriormente que los cartones de sus firmas eran legales (fabricados en una fábrica de Países Bajos) y que acabó retirándose de la causa. Por último, reseñar que se habló de un entramado que se dedicaba a introducir ilegalmente tabaco en la Isla para luego avituallar a buques con destino en la Península y Andorra. Sin embargo, y en palabras del magistrado ponente de la Sección Sexta, Aurelio Santana, “ninguna prueba ha habido de la atribuida llegada clandestina a España del tabaco”, al punto de que el empresario aportó facturas de las compras realizadas.

En cuanto a la distribución exterior, sólo hay una conexión con una incautación de cartones llevada a cabo en Barcelona, pero el referido magistrado desmonta la acusación por un dato sencillo: como bien sabemos los canarios, hace tiempo que se liberó el comercio de tabaco salvo el considerado como menor, calificación imposible de adjudicar para un cargamento de más de 400.000 cajetillas.

La liberación y la sentencia

Si ya la exoneración de tres de los funcionarios en 2011 dejó entrever que la Operación Chester se tambaleaba, la sentencia ahora publicada termina por hundirla. Con paciencia y minuciosidad de orfebre propia de su oficio, Santana rechaza las acusaciones formuladas por el Ministerio Fiscal, que hizo suyas la Abogacía del Estado. Uno de los datos más sorprendentes conocidos ahora es que el depósito mostrado a la prensa como almacén del alijo tenía en realidad reconocimiento oficial por parte de Aduanas.

Desmontada la acusación de contrabando con las facturas del empresario (cuya veracidad fue confirmada por un representante de la empresa que figura como vendedora), obviamente se desploma la formulada contra los dos funcionarios de Aduanas de hacer la vista gorda.

Sobre el tabaco, reiterar que ni era ilegal ni nocivo. Como ya se ha dicho, la denunciante Philip Morris terminó reconociendo sus cartones como fabricados en los Países Bajos, mientras que JTI también ratificó como propios los cartones de su marca que le fueron enviados.

También se intervinieron cartones de tabaco de las marcas Dunstom y Malimbo, comercializadas en Asia. Como se probó en el juicio, el importador de las mismas pagó sus impuestos por ello, el tabaco no es nocivo para la salud e incluso el empresario hizo gestiones para saber si se podía comercializar o no en España.

El propio magistrado entiende que los cartones, aunque similares, no se podían confundir con otras famosas marcas.

Nunca hubo caca de conejo pero hasta el ‘New York Times’ la vinculó con Tenerife

Si la Operación Chester es conocida y recordada a pesar del tiempo transcurrido es porque cuando se anunció la detención de los ahora absueltos (a expensas de si finalmente hay recurso de casación o no) se detalló que, en la composición del tabaco intervenido “existían sustancias tóxicas en cantidades que suponen un riesgo añadido a la salud, ya que los primeros análisis han arrojado niveles de monóxido de carbono, metales pesados, de alquitrán y nicotina, que incumplen la normativa sanitaria y constituyen un verdadero riesgo contra la salud pública y por ello se les imputa este delito”, tal y como recogía una agencia de noticias al respecto. Sin embargo, todos los análisis efectuados al tabaco en cuestión han sido positivos, al punto de que, dos años después de la redada, muchos de aquellos cartones fueron devueltos y puestos a la venta al público.

Pero lo más llamativo resultó que las autoridades explicaron que algunos de los cartones (se supone que los de las marcas Malimbo y Dunstom) era “elaborado en fábricas clandestinas ubicadas en China, pasando por Emiratos Árabes desde donde se realiza la distribución. (…) En su composición aparte de las sustancias tóxicas habituales en las labores de tabaco como alquitrán o nicotina, también se han detectado desechos correspondientes a excrementos animales, en particular, heces de conejo”.

Esta insólita alusión a la caca del prolífico animal despertó un interés inusitado tanto en medios de comunicación locales como nacionales y, ¡ay!, también en internacionales, de tal modo de que hasta en la página web del New York Times figuró la noticia, relacionándola con el nombre de Tenerife.

Sin embargo, la noticia era radicalmente falsa y nunca hubo caca de conejo en el tabaco incautado. La mejor prueba es que ni siquiera se formularon acusaciones de un delito contra la salud pública por esta causa.