a contracorriente

Pobres políticos pobres – Por Enrique Arias Vega

Hace años se puso de moda que los políticos hiciesen una especie de striptease económico que no se sabe si da más ganas de reír o de llorar: de reír, por lo falso de las cifras, o de llorar, por lo paupérrimos que parecen nuestros personajes públicos. Y es que aquí nos gusta presumir de ser pobres, al contrario que en otros países, donde el dinero da la medida de la valía profesional de sus perceptores.

Por eso, los políticos aportan datos con valores catastrales reducidos e hipotecas que hasta triplican su valor, además de usar otros artificios financieros, para darnos lástima. En cualquier caso, a mí sí que me perturba que los políticos lleguen pobres a la vida pública: ¿no tendrán entonces más tentaciones de enriquecerse que quienes han conseguido hacerse un patrimonio previo en sus respectivas profesiones? La nueva diputada autonómica de Compromís María Ángel Campello, por ejemplo, declara que todo su haber son 408,04 euros. Se la puede comprender, y hasta justificar, porque la chica sólo tiene 28 años. Pero, ¿y la vicepresidente valenciana, Monica Oltra? A los 45 años, todo lo ahorrado en su vida de trabajo llega a 71.614,50 euros. Con semejante precedente, ¿será capaz de sacar a flote las finanzas de su Comunidad?

Lo importante, y en eso se equivocan nuestros políticos, no es con cuánto dinero llegan a sus cargos públicos, sino con cuánto los dejan. Ésa es la madre del cordero. Y la otra, conocer, en vez de lo que han ahorrado, qué estudios, qué títulos y qué currículum tienen para hacer frente a los problemas de los ciudadanos.

Ahí no hay trampa que valga. Viendo algunos expedientes laborales, se entiende no sólo la incapacidad económica de sus titulares, sino que se dediquen a la política a falta de mayores cualificaciones.