PUERTO DE LA CRUZ

Los portuenses cumplen 92 años con su tradición del embarque

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La fiesta, la embarcación y la procesión convierten cada año al Puerto de la Cruz en uno de los centros neurálgicos del mes de julio en el Archipiélago. / MOISÉS PÉREZ

El viejo sabor de siempre, con más participación juvenil y sin incidentes de consideración. El día grande de las Fiestas de Julio 2015 volvió a recordar aquellas embarcaciones en las que la historia, la tradición y el fervor se convertían en los únicos protagonistas, sin que ningún episodio desagradable como los vividos hace unos años o escenas que todavía viajan por las redes sociales y que pudieran restar un ápice de luz y color a uno de los eventos festivos más destacados del Archipiélago. Tal y como sucede desde 1923 -son ya 92 años de historia- la Virgen del Carmen y San Telmo llegaron a su cita con los portuenses en un muelle atestado de fieles. Se calcula una asistencia de más de 20.000 personas, venidas de toda la Isla. La jornada, que se inició prácticamente al amanecer con la tradicional diana floreada, se prolongó hasta pasada la medianoche, cuando regresaron las imágenes a la parroquia al son de la música y los fuegos artificiales. En medio, el agua, la cerveza, el vino y el sol fueron los elementos que marcaron una fiesta que se ha convertido en icono en todo el Valle de La Orotava. Buena parte de culpa de que la ciudad no notara en exceso la masificación la tuvo el plan de tráfico diseñado por el Consistorio, que hizo suya una propuesta de la Asamblea Ciudadana y facilitó aparcamientos y servicios especiales de transporte público, para que la gente pudiera llegar hasta el casco con rapidez y comodidad. La música, en algunos puntos como más decibelios de los deseados y nada tradicional, fue de lo poco que dio la nota hasta que la Virgen del Carmen y San Telmo hicieron su entrada en el muelle. El embarque resultó rápido y sin dificultad gracias a la buena mar. Entonces, el silencio dio paso al griterío, los aplausos y las lágrimas; un llanto que se tornó sonrisa cuando el mar meció a su reina agradeciendo que cada año acuda a su llamada.