BIENMESABE

Las rebajas de Mariano

Mariano Rajoy, presidente del gobierno y del PP, ha inaugurado las rebajas pijoteras en toda España. Con fecha del 1 de julio, se ha convertido en el maniquí de los escaparates de las rebajas de verano del Corte Inglés. Ya conocen la noticia, así que para qué explicarla. Desde el primero de julio, los ciudadanos disponemos de 1.500 millones de euros extras, en nuestros bolsillos, para gastarlos como nos plazca, después de introducir los oportunos (¿oportunistas?) cambios en nuestro impuesto de la renta, lo que es de agradecer. Pero no a Mariano Rajoy. Sino a Pablo Iglesias y Albert Rivera, por ahora los cabezas visibles de los dos partidos políticos emergentes que, gracias a Dios, le han dado la vuelta a la tortilla de los papafritas del bipartidismo de este triste y cansino país. El denostado señor de la coleta (que no sé porqué se le califica así, cuando tiene apellidos de su padre y su madre); y el innovador Albert Rivera (de quien también se mofa cierta ciudadanía por su nombre de pila -Albert- cuando aquí, en las Islas, nadie se mosquea porque te llames Iriome, Naira, Yurena o Aridian. O Miguel, como un servidor), han venido para quedarse y cantarle las cuarenta a los señores de la gaviota y de la rosa en el puño. Y decirles que esto está empezando a dejar de ser la finca privada y el coto de caza de señoritingos de tronío y alta alcurnia y de sociolistos seudoprogresistas y oportunistas como los que más, para abrir los cauces de la participación y de las decisiones de los ciudadanos a otras alternativas que vienen con rostros renovados y con ideas distintas e instalarse a ver qué pasa. ¿No es la sociedad democrática una sociedad de oportunidades? ¿No son las democracias a la usanza del PP y PSOE emprendedoras y partidarias de la competitividad? Pues ¡tomen competencia! ¡Y emprendedores como Iglesias y Rivera! Ustedes, los de la poltrona y el coche oficial, pónganse a chingar sudor por las sienes y por las frentes. Es decir: a ganarse el pan político con el sudor de sus frontales, como todo quisque. Y no a base de rodillos mayoritarios que tantas desgracias han causado a este sufrido pueblo (sin ir más lejos la ley mordaza del PP entre ellas, que ya hablaremos del tema otro día). Gracias Pablo, gracias Albert. Por traer aire fresco a este país de politicastros sobrados. De vejestorios agarrados a la poltrona y a los sueldos que ellos mismos se aprueban para sus nóminas. Y gracias por ventilar las instituciones de tanto olor putrefacto a corruptelas. Ya sé, todos sabemos que lo que les espera no va a resultar fácil. Pero veremos rostros nuevos en las Cortes. Y no caras como las de Barberá o la Aguirre, llorosas y compungidas. Y veremos cómo el oportunista inquilino de La Moncloa, no dormirá muchas noches más en las sábanas de la alcoba reservada a los presidentes. Porque no sacará la mayoría absoluta. Tampoco el Sánchez, cachorro sociolisto de la izquierda falsa. O de la falsa izquierda. Y adiós también a Rosa Díez, descarnado personaje cuyo personalismo le ha costado su carrera. Y adiós asimismo a los tunantillos (políticos) de IU; y a los serviles líderes del sindicalismo oficialista de UGT y CC.OO., plegados a la gran patronal del IBEX, arrimados a sus cuchipandas y merendolas. Verdaderos profanadores del derecho al trabajo. Arretrancos y tiralevistas de la gran patronal. Esto es vida. Sí señor. Creo que todos los ciudadanos volvemos a sonreír. ¡Más madera, que es la guerra!, como dirían los Marx.