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Ruskin Herman y sus sonoridades ambientales visitan la Sala Guimerá

Ruskin Herman, durante una actuación anterior; la entrada para el concierto de esta noche vale cinco euros. | DA
Ruskin Herman, durante una actuación anterior; la entrada para el concierto de esta noche vale cinco euros. | DA

Ruskin Herman, de 52 años, es un viejo conocido de la escena musical de la Isla. Brillante guitarrista, destacó en el mundo del jazz e hizo carrera profesional acompañando a artistas de proyección nacional como Pedro Guerra. Hasta que un día se cansó de todo y decidió tomar distancia con los escenarios y la Isla durante un tiempo. Estuvo por Londres y el norte de la Península. Oxigenado y con la ilusión renovada, ahora vive volcado en un proyecto en solitario tan original como vanguardista, en el que mezcla folk británico con sonidos procesados. Él lo llama “musical ambiental”.

Ha sustituido la guitarra de toda la vida por una mandolina, instrumento de cuerda muy vinculado a la música de raíz de su país de nacimiento, Reino Unido. Durante una estancia en el País Vasco probó a tocar con ella en la calle, la experiencia le gustó y ha trasladado el concepto a la Isla: desde hace aproximadamente tres años es un habitual de las calles peatonales de La Laguna. Siempre con la mandolina entre las manos, sentado en su pequeña butaca, frente a un puñado de partituras y rodeado de pedales.

La innovadora propuesta la ha llamado Celtic Loops y no ha tardado en llamar la atención. Cada vez es más habitual verle actuando en salas y pequeños locales. Eso sí, sin dejar la calle. “Llevo más de tres años tocando en La Laguna con permiso del Ayuntamiento. Es lo que se conoce por busking (acto callejero). Me sirve para entrar en contacto con la gente, conseguir algo de dinero, aunque no lo suficiente, y ensayar mis ideas”.

Esta noche (21.00 horas) se sube al escenario de la Sala Espacio Guimerá. Su recital más notorio hasta el momento. La entrada cuesta cinco euros. “Lo que hago es música con tecnología looping. Bucles que van creando capas y aumentando sonidos. Todo a partir de la mandolina. Es música ambiental y no de tenderete. Por eso me gusta tocar en ambientes pequeños e íntimos. Además, verme ahí, liado con mi tecnología y tocando botones, tampoco es que sea un espectáculo”. Para lograr mayor vistosidad en este sentido se hace acompañar de proyecciones visuales, en este caso a cargo de Carlos VK Monitor.

El repertorio de Ruskin Herman está basado en la música tradicional celta: “No copio nada. Lo mío no tiene nada que ver con los grupos de covers”, aclara. “Hago mi particular interpretación de temas del género que en bastantes casos tienen muchos años, junto a algunas rarezas, como algún loop de Led Zeppelin”. Son muchas horas las que debe dedicar a ensayar para que todo salga perfecto. “Es un trabajo muy intenso. Soy yo solo haciendo la labor de cinco o seis músicos. Tengo que trabajar mucho. Ensayar durante horas en casa, rebuscando en la tecnología y probando cosas. Son sonoridades hechas sobre la marcha, en vivo y, claro, en los directos pueden ocurrir cosas imprevistas”.

De momento, Herman no se plantea pasar por el estudio de grabación, pese a que “hay mucha gente en la calle que me pide cedés”. “El looping es una música para hacer en directo. Y grabar música celta ya se ha hecho mil veces. Otra cosa es que me hagan un encargo para una peli o un documental; eso sí que podría ser más viable”, señala. El músico británico tampoco muestra especial interés por volver al ámbito profesional de la música. “Ahí hoy solo veo problemas y poco trabajo. Ahora te exigen documentación de autónomo casi para cualquier actuación. Y a la hora de cobrar, tampoco es que te paguen lo suficiente”.