A veces soy humano

Teatrillo de comportamientos

Pertrechado con bolsa de tela, camisa a rayas por fuera del pantalón corto y cholas, un humilde jubilado se acerca a la muchedumbre que espera, por fuera de cualquier centro de salud, antes de las ocho de la mañana para hacerse los análisis. Aún no han abierto las puertas y decenas de personas esperan para que les extraigan sangre en cuanto se pueda acceder al edificio. Algunos, con discreción, portan los pequeños botes de plástico envueltos en platina, material hoy conocido como papel de aluminio. Otros, tal cual, muestran el color de su muestra de orina de primera mañana al mundo entero.

En este tipo de situaciones se despierta entre los usuarios una especie de juego táctico, la puesta en marcha de estrategias para ganar la mejor posición antes del momento en el que se produzca la apertura y comience la carrera hacia la oficina de extracción de sangre. Hay quienes llegan, estudian a los congéneres que ya esperan desde bien temprano y se sitúan en un lugar equidistante entre la puerta y los madrugadores, mostrando en silencio el respeto a la posición de los primeros. Por mi experiencia también existe el formato, casi siempre encarnado por alguna señora de avanzada edad, que llega, adelanta a los ya presentes y se pone justo delante de la puerta. Mirada perdida y al frente, bolso en bandolera y papeles en la mano. Allí se hace fuerte ante las miradas inquisidoras del resto; miradas que resbalan por su espalda y caen al suelo de las frustraciones de quienes no son capaces de afearle su comportamiento. Una vez dentro del centro hay que analizar a las madres, padres, hermanos o incluso novios adolescentes que juegan a ser mayores. Todos ellos, aún teniendo en su cita un horario establecido para ser atendido, trampean, ruegan o incluso ponen a los tiernos infantes por delante para colarse. El batiburrillo de conversaciones a las que se puede asistir en las salas de espera o la ristra de dolencias, dolores, afecciones y sintomatologías expresadas en voz alta, darían para completar una descripción costumbrista de nuestra época en esta mal llamada sociedad del bienestar, y de la poca educación, añado.