soliloquio

V.O., o verano en la corte

Manuela y Antonio Miguel están pasando su primer verano juntos. Él hace sudokus y ella, Carmena, hace sus cosas, si bien, como no le eche el freno a la muchachada lo va a pasar mal. Por el momento, no me negará que el verano está siendo calentito. Mientras esto sucede en el país de los ocultismos, la Ley Moyano en 1857 prescribía ya el empleo de libros de texto para ejercicios de lectura en la primaria; a mayor abundamiento, una Real Orden de 1920 disponía dedicar un cuarto de hora diario a una “edición abreviada” del Quijote que debía hacerse y nunca se hizo. Pero ni en esas ni en otras instrucciones semejantes se trató de exigir que los alumnos leyeran la obra íntegra: se trataba de utilizarla, resumida o a trozos, para los “ejercicios de lectura”, es decir, para la práctica de esa habilidad que los alumnos hacían en voz alta turnándose cada pocas líneas. O eran más sabios o sabían más, hoy en día calificamos la religión. ¡Llevamos un despiste! Lo de Versión Original me gusta, es como la D. O. de los vinos, denominaciones que nacieron para evitar fraudes y trampas, para lo mismo ha de servir la nueva página de Madrid. He de decir que me ha sorprendido la reacción que ha generado la creación de esta web que solo pretende aclarar noticias, malos entendidos, falsedades y montajes. Por otra parte, cada cual tiene la suya, todos tienen sus formas y maneras de filtrar a los medios lo que les viene en gana.

El filtraje en el periodismo y en la política está a la orden del día, si a esto le suma usted el secreto de las fuentes que es como el de confesión, pasa lo que pasa. Le explico, algún que otro politicucho le sopla al oído a su juntaletras de la prensa de turno la invención de la cosecha propia con la perversa finalidad de destruir al enemigo, da igual que sea de otra formación que de la de al lado, el caso es montar un relato que haga dudar al votante de la honorabilidad del calumniado. Puede usted haber comido con el diablillo de Tasmania o haberse vendido al oro de Moscú, el caso es que en política y en periodismo está todo permitido; comprarse, venderse y alquilarse. Hay gente honesta, pero también demasiado pasteleo y demasiados montajes. Al final, si la calumnia vuela es muy difícil que se pose, lo saben unos y otros.

Con respecto a los lectores y detractores del Quijote que según el CIS lo ha leído el 21,6% de los españoles, ¡ahí es nada!, he de decir que en este país siempre hay quien ponga malas notas, los resabiados de turno. A algunos les parece poco, a mi maravilloso. Leamos; a fin de cuentas, como diría Gustavo Martín Garzo: “La misión de la buena literatura es hablar de nuestros silencios”.