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Un visita de impacto mundial

Autoridades y golfistas, en el campo de Abama (Guía de Isora). | DA
Autoridades y golfistas, en el campo de Abama (Guía de Isora). | DA

Una iniciativa del Cabildo insular, presidido por Ricardo Melchior, que ideó unas jornadas para destacar la importancia geoestratégica de la Isla como plataforma atlántica, fue el marco que trajo a Tenerife nada menos que al expresidente de Estados Unidos, Bill Clinton, hace justo una década. El exmandatario norteamericano aterrizó en el aeropuerto Reina Sofía en la madrugada del 24 de julio de 2005. Tras dormir esa noche en la suite real del hotel Botánico, en el Puerto de la Cruz, sus primeras horas las dedicó a jugar al golf en el Club Abama (Guía de Isora) con el entonces alcalde de Santa Cruz, Miguel Zerolo, los empresarios Pedro Luis Cobiella y Pedro Suárez, y el golfista Alfredo García. Estuvo durante seis horas sobre el verde y entre hoyo y hoyo optó por comerse un par de bocadillos de jamón, queso y atún que acompañó con un refresco de cola light. Apenas probó las exquisiteces del cocinero vasco Martín Berasategui a base de cherne, pimientos, papas, mojo, queso y salpicón de frutas.

En sus 48 horas de estancia, el que fuera líder mundial entre 1993 y 2001 tuvo tiempo para recorrer a pie el centro del Puerto de la Cruz, acompañado por una docena de escoltas. Caminó por la plaza del Charco y cenó en el restaurante El Monasterio, en Los Realejos, donde fue invitado por la concejal de Turismo del municipio, Rosario Hernández, que se encontraba en ese momento cenando con su familia. Clinton correspondió a los 560 euros de la cuenta posando con ella en una foto. No fue la única curiosidad del viaje; la noche anterior, nada más llegar al hotel se topó en la recepción con una boda. Ante la sorpresa general, el expresidente no dudó en acercarse a los recién casados para felicitarlos. Casualmente, el novio era de nacionalidad estadounidense.

UN TIMPLE DE REGALO
En el transcurso de la conferencia pronunciada en el auditorio tinerfeño, el exgobernador de Arkansas se ganó el cariño del público con varias referencias a la tierra que lo acogía y que provocaron otras tantas ovaciones. Al término de la misma recibió como regalo un timple, que le entregaron cuatro niños vestidos con el traje típico de la isla de Tenerife, una curiosa imagen que llegó a ser publicada por el Washington Post. “Lo guardaré en la biblioteca presidencial, donde tengo una colección de instrumentos musicales”, aseguró entre nuevos aplausos de los asistentes, en torno a 250, que pagaron 1.200 euros por cabeza. No faltaron algunas críticas por el coste de la visita (cerca de 300.000 euros), aunque gran parte del montante, como explicó el propio Melchior, se sufragó a través de las aportaciones de medio centenar de empresarios isleños.

Bill Clinton agradece el obsequio de un timple en presencia del presidente del Cabildo, Ricardo Melchior, y el entonces presidente de la Autoridad Portuaria, Suárez Trenor. | DA
Bill Clinton agradece el obsequio de un timple en presencia del presidente del Cabildo, Ricardo Melchior, y el entonces presidente de la Autoridad Portuaria, Suárez Trenor. | DA

[sws_grey_box box_size=”100″]“Tenerife es un lugar maravilloso por su gente”
El Auditorio de Tenerife acogió la conferencia del expresidente de Estados Unidos, que tituló Abrazando nuestra humanidad común; la seguridad y la prosperidad en el siglo XXI. En ella destacó que Canarias “puede ser la cara del mejor futuro de África” y expresó su convencimiento en que las Islas ayudarán al crecimiento de la economía del continente vecino “compartiendo beneficios y responsabilidades”, si bien puntualizó que los resultados se verían “a largo plazo”. Bill Clinton se metió muy pronto en el bolsillo a la selecta audiencia que asistió a su conferencia: “He telefoneado a mi mujer y a mi hija para decirles que Tenerife es un lugar maravilloso por su gente, su paisaje y sus pueblos. Se enfadaron mucho y les he tenido que prometer que volvería pronto con ellas”, señaló entre los aplausos del público presente en el Auditorio. En otro momento de su intervención, Clinton confesó que había probado el plátano canario y lamentó no haber tenido más tiempo para poder visitar alguno de los parques eólicos de la Isla, por los que mostró un especial interés.[/sws_grey_box]