Me impactó leer la crónica que hizo este periódico de la primera junta directiva del Centro de Iniciativas y Turismo Insular (CIT La Palma), celebrada a finales del mes de julio de 1965. Y me impactó, sobre todo, porque daba la sensación de que, salvando algunos detalles, podría reescribirse medio siglo después. 50 años por medio, período en el que han cambiado muchas cosas, pero que en materia de turismo parece que todavía seguimos gateando, como aquel grupo pionero que se puso a pensar sobre la importancia del turismo para el desarrollo social y económico de la isla de La Palma. A la vista de esta realidad, no deja de tener razón el veterano presidente del CIT, Antonio Sosa, cuando comentaba que son muchos en la isla de La Palma los que no han creído en el turismo hasta la llegada de la crisis económica. Afortunadamente algunas de las propuestas que hicieron en su momento no se llegaron a materializar, como hacer un campo de golf en El Refugio de El Paso, iluminar artificialmente la Cueva Bonita para hacer visitas náuticas o un sistema de monocarrill eléctrico, que facilitara el acceso al Parque Nacional de la Caldera de Taburiente aprovechando el canal de Las Haciendas. Pero quedarse en la anécdota de estos proyectos, contrarios a la sensibilidad ambiental actual, sería injusto, porque lo importante es la iniciativa que tuvieron estas personas hace tanto tiempo para apostar por posicionar a la isla de La Palma en el mercado turístico, materia en la que todavía seguimos dando prácticamente los primeros pasos. En el primer CIT insular, la prioridad era la construcción del aeropuerto de Mazo, que permitiera la llegada de turistas desde el exterior.
Ahora tenemos un gran aeropuerto infrautilizado y lo que es necesario son otras actuaciones que hagan más atractivo el destino y animen a los operadores turísticos a traer más visitantes a La Palma. La sentencia contra el Plan Territorial de Uso Turístico ha sido la última de las zancadillas que ha sufrido la isla en esta materia, de la que todavía se está viendo cómo y cuándo se podrá salir. Esperemos que sea el último revés y que, por fin, La Palma comience a caminar con paso firme y decidido en el camino del turismo, como apostaron aquellos fundadores del CIT Insular.