DOMINGO CRISTIANO

Aquella pecadora de La Laguna

Me acuerdo perfectamente de su nombre, pero no puedo desvelarlo. La conoce mucha gente. La verdad es que no recuerdo el de su marido. Y tengo claramente grabados en la memoria sus rostros cuando venían a comulgar. Las primeras veces que asistió a la misa en las parroquias que atendíamos Celso y yo en La Laguna, lloraba de alegría.

Ella es una creyente sincera, una persona buena que tropezó con un marido miserable y putañero; forúnculo del que supo deshacerse a tiempo. Luego volvió a encontrar el amor en otra esquina de la vida. Es una mujer serena, nada que ver con una aventurera de los sentimientos. Simplemente, tuvo mala suerte al elegir aquella vez primera.

La segunda vez, no. En esa ocasión dio con un hombre que la quiere y juntos sacaron adelante un proyecto en el que volcaron su amabilidad, su discreción y su buen hacer. Por eso los conocen en La Laguna. Pero un día, alguien -dejémoslo así- la llamó aparte y le dijo que mejor que no. Que la querían mucho porque aquella era su parroquia de toda la vida, que sabía que era buena persona, que comprendía la mala suerte que había tenido… Pero que mejor que no. Que lo de comulgar, no. Por aquello del escándalo. ¡Escándalo en La Laguna. Donde todos sabemos las historias de todos!

En ella he pensado ahora que el Papa Francisco ha recordado públicamente que los divorciados vueltos a casar no están excomulgados: “Forman parte de la Iglesia”. “Hay que diferenciar entre quien ha sufrido la separación y quien la ha provocado”, dice el Papa. “La Iglesia sabe bien que estas situaciones contradicen el sacramento cristiano”, ha aclarado Francisco, quien añade que “además de ser maestra, la Iglesia tiene un corazón de madre, que busca siempre el bien y la salvación de todos, sin excluir a nadie”.

Es decir, que lo que está en juego es la razón de ser de la Iglesia de Cristo. Si no es instrumento para sanar las heridas, remendar los costurones de la vida y mostrar así el rostro de Dios, entonces no sirve para nada. No está en juego la doctrina, ni la tradición. Está en juego la esencia misma del encargo de remar mar adentro.

Es doloroso que la caverna haya comenzado a rugir enseguida, sólo porque el Papa ha recordado la doctrina de siempre y la práctica de casi todos. Que si es un escándalo, que si esto nos pone al borde del cisma, que si el Papa no cree en el sacramento del matrimonio… Mamarrachadas. Pareciera que estos falsos escandalizados saben poco de la vida de verdad, quizá porque están atrincherados tras sus dobles vidas o sus vidas vacías.

Pero esto de la fe va de vivir y ahora que se abren las puertas a la misericordia es cuando resulta más importante que nunca que la fidelidad a la Iglesia esté asentada en la verdad del Evangelio. Que el mensaje de Cristo no resulte atropellado por quienes sólo entienden de leyes. Y encima, hasta las leyes las entienden mal.

Aquella a la que llamaron pecadora en La Laguna me hizo temblar más de una vez al intuir sus ganas de Cristo.

@karmelojph