superconfidencial

Elogios y odios

1. En este periódico llevan un control exhaustivo de los lectores que acceden a esta columna y los datos son fantásticos. Pero, claro, esos entusiasmos dan también paso a odios de supuestos enemigos que no conozco y a los que no soy consciente de haberles hecho nada nunca. Yo las críticas anónimas y poco educadas me las paso todas por la retambufa y atiendo en lo posible, incluso con respuestas personalizadas, a los desocupados lectores que se dirigen a mí con educación y respeto. Pero los odios que despierto me sorprenden y la mayoría de ellos se canalizan por el tobogán de la vejez. Quiero decir, me llaman viejo y sostienen que estoy acabado. Yo creo que tienen razón, pero qué desgracia que a esta edad provecta, y después de 45 años de profesión, me llaman de todas partes para que haga todo tipo de programas de radio y televisión y todo tipo de colaboraciones escritas. Yo respondo que no puedo, si acaso algo gratuito sí, porque estoy jubilado. Soy un jubileta, que es lo que siempre quise ser desde que cumplí los cuarenta.

2. Las personas de mi familia y los amigos me conocen y saben de mi ética y mi estética, así que los insultos no les llegan y si les llegan, les resbalan. Por otra parte, estos insultos han contribuido a mantenerme en la cresta de la ola. Ahora, al que tranque, lo baldo en los juzgados porque he visto que esto de los juzgados puede ser muy rentable, aunque tal y como está la justicia en este país es también una lotería. Me he vuelto un materialista, ya ven. Hay una gente que me quiere y otra está obsesionada conmigo. Es curioso lo de las obsesiones; me odian sin conocerme.

3. Si fuera verdad todo lo que cuentan de mí, he hecho la cuenta y debería tener 104 años; el 16 de agosto cumpliré 68 y me tengo que morir el año que viene, cuando cumpla 69, no por ninguna connotación erótica sino porque me lo pronosticó un brujo en la barra del Mencey. Así que ya ven, hasta mi futuro está escrito en el viento, como la respuesta de Joan Báez. Qué triste, hasta tengo que anunciar mi propia muerte. Nadie irá a mi entierro porque yo voy a pocos o a ninguno. Y eso.
achaves@radioranilla.com