superconfidencial

Estoy con Fernández Díaz

1.Estos tipos de la izquierdona y la inconsistente de Rosa Díez, que no tiene fundamento ni para ganarse el puesto en su partido, la han tomado con el ministro del Interior, Fernández Díaz, que es una persona decente. Entrevistarse con Rodrigo Rato no sólo es lícito, sino normal. Rato, que no ha sido condenado, es una personalidad del Estado: fue vicepresidente del Gobierno y responsable del Banco Mundial. Y está siendo amenazado. Y ha pedido amparo y es normal que se lo den. El otro día, un locutor de radio despotricaba de Rato porque paseaba en moto por Gijón. ¿Y qué? Yo creo que éste es un país de retrasados mentales, pero sin solución. ¿Qué pasa, que el ministro del Interior no podría recibir entonces, un suponer, a Manuel Chaves o a Griñán, si estuvieran amenazados, porque están imputados? ¿Pero es que el PSOE se ha vuelto loco o qué? No tiene programa, no es alternativa, el tal Sánchez no atina y han de recurrir a la algarada por cualquier cosa para sobrevivir.

2. Así que yo estoy con el ministro del Interior, hubiera hecho lo mismo en su caso, y estoy también con Soria y en contra de quienes lo ponen a parir por ir a Punta Cana y alojarse en un hotel del Grupo Martinón, además pagando religiosamente la factura. Soria es honrado; a lo mejor otros no pueden decir lo mismo. ¿Qué pasa, que porque son ministros no pueden actuar como ciudadanos normales? En este país lo que sobra es mala leche por todos lados y lo que abundan son cerebros pequeñitos, tipo almendra. Se pasan el día pariendo falsos escándalos, a falta de ideas, escándalos que luego electoralmente no les rentan. Está archidemostrado lo que digo. Esta izquierdona no sirve, está amortizadísima.

3. Cada vez que digo lo que pienso me ponen a parir en las redes sociales. Me la reflanflinfla. Nací libre, he sido libre toda mi vida, he dicho lo que me ha dado la gana y voy a seguir haciéndolo. Y no me caso con nadie; por eso sé positivamente que a mi entierro van a ir cuatro amigos. Tampoco necesito más. Yo, dentro de lo que he vivido, me conformo con más bien poco. El otro día, una lectora me dijo que leyó en la Red que yo me vacilaba públicamente de un camarero tartamudo del Mencey. Es mentira: en el Mencey jamás ha habido un camarero tartamudo. Hace falta ser gilipollas para publicar eso. Y para creérselo.