el diván

La ira no soluciona; empeora

Si bien es cierto que una cierta cantidad de ira es necesaria para nuestra supervivencia, siempre y cuando sepamos manejar la intensidad expresándola adecuadamente, lo que no podemos es ir atacando a cada persona que nos irrita, porque no solo causamos daño a los demás sino a nosotros mismos. Cuando aparece esa emoción incontrolable, desmesurada, que sientes que te come por dentro si no explotas, es porque en ese momento estás interpretando que la situación que estás viviendo es amenazante, por lo que tu cerebro, que siempre intenta protegerte, genera adrenalina, aumenta la frecuencia cardiaca y la presión arterial y hace que tu cuerpo responda de manera agresiva, (verbal o física), defendiéndose de lo que percibe como un ataque. Vivir en este estado de ira, en donde hasta la situación más insignificante nos molesta, genera estrés y ansiedad debido al continuo estado de alerta al que nos exponemos, e incluso depresión, por el alto nivel de insatisfacción que sentimos ya que, en la mayoría de los casos, tras estos episodios aparece el sentimiento de culpa y vergüenza arrepintiéndonos de tal comportamiento. Una vez más, la base del problema está en el mal uso del pensamiento, por lo que me reafirmo cuando digo que no solo debemos entrenar nuestro cuerpo, sino también nuestra mente. Por otro lado, tampoco debemos reprimir demasiado esta emoción. El objetivo trata de mostrar los sentimientos de enojo con asertividad, eliminando la agresividad y, por supuesto, sin olvidar nuestras necesidades y cómo obtenerlas sin perjudicar a los demás.

1- Racionaliza. Muchas veces la ira es causada por problemas muy reales, pero lo cierto es que tu enfado no va a solucionar nada, al contrario, hará que te sientas peor.

2- Pensamientos flexibles. Recuerda siempre que si magnificas tus pensamientos, automáticamente se magnifican tus emociones. Si tus pensamientos son exigentes, aparecerá la frustración y junto a ésta, la ira. Aprende a ser tolerante con los demás, entendiendo y aceptando que otros tengan una visión del mundo diferente a la tuya. No son ni mejores ni peores, tan solo diferentes. A la vez, practica la tolerancia contigo mismo. Convierte tus exigencias y expectativas en deseos.
3- Cuestiona tu reacción. ¿Realmente lo que me pasa justifica esta reacción?

4- Piensa en las consecuencias antes del estallido. Respira hondo y tómate tu tiempo antes de contestar. Piensa exactamente lo que vas a decir y reduce la velocidad de tu conversación. Desde el momento que pierdas los papeles, también pierdes la razón.

5- No cargues tu mochila de problemas sin resolver porque algún día el peso no te permitirá caminar. Reprimir emociones por evitar un conflicto es crear una guerra interna contigo mismo. El manejo de las habilidades sociales para aprender a hacer y encajar críticas de manera constructiva es esencial para gestionar esta emoción.

6- Las personas huyen de quien pierde el control por el mal clima que generan. Si quieres conservar tus relaciones sociales, no les agotes.

7- La práctica de ejercicio físico tiene unos resultados beneficiosos para todas las partes del cuerpo incluyendo la mente. Tu cuerpo producirá endorfinas que son hormonas que generan bienestar, te ayudará a conciliar el sueño y descargarás ansiedad y estrés.

8- Busca actividades placenteras y dedícales un tiempo. Una mente satisfecha, tiene poco espacio para el enojo.

“La ira es un ácido que puede hacer más daño al recipiente que lo almacena, que a cualquier cosa sobre la que se vierte” (Séneca)
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