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La Isla necesita obras hidráulicas con urgencia

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Canarias se ve abocada a establecer un canon del agua a los consumidores, que refleje el precio del recurso y el coste medioambiental para abastecer a hogares y hoteles y garantizar los regadíos. A su vez, dado el descenso del acuífero, urge reeditar en Tenerife las campañas de ahorro en el uso doméstico y agrícola. Este cambio de mentalidad tropieza con el desinterés de los ciudadanos, que no han sufrido cortes importantes del suministro a lo largo de un siglo en la Isla: cada vez que han abierto el grifo ha salido el chorro de agua. Es necesario construir más depuradoras. Las autoridades locales han solicitada a Europa una prórroga para hacer las infraestructuras antes de 2021, en lugar de 2015, con evidente retraso. Solicitan a Bruselas “objetivos menos rigurosos”, mientras se temen sanciones por no estar depurando más. La tasa resulta inevitable, a juicio de los expertos, para contribuir a impulsar las obras hidráulicas rezagadas por las restricciones presupuestarias durante la crisis. Pero, además, es una medida que se inspira en la nueva directiva marco del agua instaurada por la Unión Europea (UE) en 2000, según la cual quien consume y contamina, paga.

Sin que apenas haya trascendido, Europa ha abierto ya expedientes sancionadores por el bajo nivel de depuración de las Islas. Un ejemplo del desfase es el conflicto sobre la capacidad de la depuradora capitalina para el tratamiento de las aguas residuales propias y de La Laguna y El Rosario. La directiva marco europea inaugura una nueva gobernanza y pone orden.

Aunque el citado canon se estableciera de inmediato, Canarias no llegaría a tiempo de ponerse al día: incumple los mínimos de volumen y calidad requeridos por la UE. Es la única comunidad autónoma con una ley propia de Aguas, aprobada en 1990.

El estado actual del agua en la Isla fue objeto de unas recientes jornadas de expertos, organizadas en la Fundación CajaCanarias por el Consejo Insular de Aguas de Tenerife, con motivo de su 20 aniversario y la revisión, en este semestre, del Plan Hidrológico de la Demarcación Hidrográfica de Tenerife (el segundo ciclo de planificación), para adaptarse a la citada normativa comunitaria.
El ciclo coincidió con la transición entre el anterior consejero insular de Aguas, José Joaquín Bethencourt, y el nuevo titular, Manuel Martínez, y la próxima jubilación del gerente del Consejo Insular de Aguas, José Domingo Fernández Bethencourt, que ha timoneado el organismo durante estas dos décadas, el período de mayor conocimiento de las aguas de la Isla. El nuevo Plan Hidrológico de Tenerife (cuya revisión del segundo ciclo se publicó en el Boletín Oficial de Canarias (BOC) el 2 de junio) muestra una mayor sensibilidad ambiental.

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Otros lugares

El canon del agua no es ninguna novedad en España; antes al contrario, ya se aplica en el resto de las comunidades autónomas, menos la nuestra y Castilla y León. En las que pagan el impuesto (25 céntimos de euro por metro cúbico de agua de uso urbano e industrial) se dedica a financiar obras de infraestructura hidráulica. Cada isla podría fijar un canon específico a través de los cabildos, si no se implantara una tasa autonómica. Hasta ahora no se han pronunciado oficialmente el Gobierno y los cabildos. Pero esta medida aguarda en la gaveta de 2016.
El economista y presidente de la CEOE-Tenerife, José Carlos Francisco, autor de Canarias. La Transformación, es partidario del canon para compensar los costes del agua (inversiones, gastos corrientes y efecto ambiental). La revisión del Plan Hidrológico contempla la desalación, emisiones de CO2 y consumo energético en el precio del kilovatio-hora que ha de abonar el consumidor.
“No aplicamos el canon, no tenemos las infraestructuras adecuadas y nos van a multar en la UE”, señalan los expertos en política hidráulica. Tenerife no ha sufrido cortes de agua considerables a lo largo de 100 años, lo que, a juicio de los especialistas, ha creado un “estado de relajación”. “Es verdad que las Islas tienen el mar y no sufrirán en el futuro problemas de agua; los continentes, sí”, señaló José Luis Pérez-Talavera, ingeniero del agua, que ha hecho su carrera en Las Palmas de Gran Canaria y es una autoridad en desalación como consultor internacional en el Mediterráneo, Oriente Próximo, Australia e Israel. En este último país dirige la puesta en marcha de una de las mayores desaladoras del mundo.

El mito del golf

¿Qué sectores consumen más agua en la Isla? Algunos mitos se desvanecen con los datos reales. Los campos de golf son el chocolate del loro: apenas suponen el 2% del consumo total. La agricultura domina el podio, con el 45% del gasto global, pero si agrupamos el abastecimiento urbano (40%) y el turístico (10,4%), ganan a la agricultura con mayoría absoluta (50,4%). La industria representa un gasto irrelevante: el 2%. El turismo consume 19,2 millones de metros cúbicos de agua al año, menos de lo que se desala, toda una garantía para al motor de la economía insular.

El turista tiene garantizado el agua. La huella hídrica (volumen de agua dulce empleada en la producción de bienes y servicios) revela un gasto elevado de agua en la agricultura: un kilo de carne de vaca requiere 15.000 litros de agua. Esto aborta la llamada soberanía alimentaria, a juicio de José Carlos Francisco, que pone de ejemplo a los países árabes que explotan los latifundios más fértiles de África.

La idea del canon del agua supone un melón que está por abrirse en las Islas. En un año electoral envenenado como este es una verdad incómoda. “Podrá ser motivo de la guerra del futuro, pero ahora mismo no existe una preocupación ciudadana latente por ahorrar agua”, sostiene el periodista Leopoldo Fernández, Premio Canarias de Comunicación. Desmotivan las noticias de cuantiosas pérdidas en las redes municipales. “¿Somos cívicamente responsables?”, se pregunta el catedrático de Botánica y Premio Canarias de Investigación Wolfredo Wildpret. “¿Cerramos el grifo cuando nos enjabonamos?”. “Hay quienes se bañan cantando bajo la ducha”, responde Wladimiro Rodríguez Brito, profesor de Geografía y exconsejero de Medio Ambiente del Cabildo tinerfeño.

El ‘petróleo azul’

El petróleo azul cobra protagonismo en verano, cuando mayor consumo hay, con picos altos en las olas de calor, que han vuelto a desatar la “guerra del agua” por el trasvase del Tajo al Segura. “El agua no es solo un factor productivo, sino un bien multidimensional, que tiene dimensiones sociales”, expone el antropólogo José Antonio Batista, profesor de la Universidad de La Laguna, que fue subdelegado del Gobierno en Santa Cruz de Tenerife. Antes se llenaban las bañeras, en previsión de restricciones. Los déficits del recurso, en ocasiones, no trascienden, para evitar alarmismos, pero la Isla necesita una mayor capacidad de embalse y tratamiento, pues el balance entre el flujo que se infiltra en el acuífero y lo que se extrae o pierde por el camino es cada vez más negativo.

Hay 4.886 puntos de entrada y salida, de conexiones entre nodos, en la Isla, por donde transita el agua. Las inversiones realizadas en las últimas décadas en canalizaciones y almacenamiento (en especial, el Plan de Balsas) han dado un salto de equipamiento a la Isla, del que ha sido testigo Adolfo Hoyos, ingeniero de Caminos, que en los años 70 participó en el equipo técnico del proyecto SPA 15 de Canarias (del Ministerio de Obras Públicas y la Unesco), que evaluó por primera vez de modo científico los recursos hídricos del Archipiélago y realizó el inventario de las obras de captación de las galerías de la Isla. Precisamente, el abandono de estas por parte de sus propietarios (dado el costoso mantenimiento bajo el declive de las comunidades de aguas) está llevando al sector genuino de la iniciativa privada en las Islas a una parálisis agravada por problemas de seguridad minera, como en el caso de Piedra de los Cochinos (Los Silos), donde media docena de excursionistas perdieron la vida en 2007 por falta de oxígeno al equivocarse de ruta y penetrar en una galería de agua semiabandonada.
Cierta nostalgia invade el mundo del agua en horas bajas, cuando se mencionan los nombres del geólogo Telesforo Bravo, zahorí legendario de la edad de oro de las galerías, y Jesús Mesa, mítico precursor de la captación de aguas subterráneas de Tenerife. Esa inactividad precipita el descenso del acuífero peligrosamente (el 80% del suministro proviene de las aguas subterráneas en las islas occidentales) por la lógica de la física, ante la menor presión en la bocamina de la galería inactiva, y exige obras de reperforación que sus titulares no se deciden a acometer muchas veces por razones económicas.

“Están dejando morir las galerías, es su peor momento”, alerta Rodríguez Brito, defendiendo con añoranza la cultura del agua de los años de auge, “cuando se hacían 100 metros de galería diarios, 30 kilómetros al año”. La agitación que desató el primer proyecto de ley de Aguas del Pacto de Progreso de Jerónimo Saavedra en los años 80, se ha diluido.
Periódicamente, los agricultores (a los que suministra el agua la empresa insular Balten), llegan a temer por sus cosechas y procuran dotarse de estanques propios de provisión. “Hemos avanzado del riego a manta al riego por goteo, pero el grado de formación del regante sigue siendo la causa principal de una ineficiente irrigación, como se comprueba comparando fincas similares”, asegura el ingeniero agrónomo José Manuel Hernández, exconsejero de Agricultura del Gobierno de Canarias en la primera legislatura autonómica.

Extracciones y retornos

Tenerife consume más agua de la que obtiene: unos 120 litros al día por habitante; según el Consejo Mundial del Agua, una persona necesita para vivir 100 litros al día. “Las extracciones superan los retornos y las pérdidas en las redes son elevadas”, denuncia Juan Alfredo Amigó, ingeniero de Caminos, Canales y Puertos y exgerente de Emmasa, que avisa: “Con las nuevas normas europeas, el coste del agua va a subir y alguien tendrá que pagarlo”. ¿Quién, si no el ciudadano? Uno de los debates asignados a 2016 será este: la factura del agua, bajo el acecho de Bruselas que no perdona más dilaciones.

En el foro ahora celebrado, los expertos cuestionaron el paternalismo de ayuntamientos que subvencionan las tarifas para quedar bien con los vecinos. “En Europa esto sienta mal”, sentenciaron. La principal responsabilidad municipal es garantizar el suministro. Eso es competencia suya. Y no siempre está claro que haya agua suficiente a tal fin. La imparable disminución de caudales del sistema se compensa con ayuda de la tecnología, mediante la desalación de agua de mar.

Desalación

En la Isla operan tres desaladoras públicas: la de Adeje-Arona produce unos 350 litros por segundo; la de Santa Cruz, 230 litros por segundo, y la de La Caleta (Adeje), 115 litros por segundo. Santa Cruz representa unos 20.000 metros cúbicos diarios, y La Caleta unos 15.000 metros cúbicos. Adeje-Arona, hasta ahora el buque insignia de la desalación de la Isla -entró en servicio en 1998- puede aportar algo más de 30.000 metros cúbicos diarios, empatando en potencial con el acumulado conjunto de las dos próximas desaladoras, en Granadilla y Fonsalía (Guía de Isora), que serán inauguradas, previsiblemente, en el primer trimestre del próximo año, tras los ajustes del convenio Canarias-Estado (suponen una inversión de 34 millones de euros, con presencia de fondos europeos).

Esos 30.000 metros cúbicos nuevos de capacidad diaria serán providenciales para una Isla que habla de sus carencias de agua en voz baja, sobre todo en verano, para no asustar a una población que está mal acostumbrada: cree que el agua -un derecho humano, según Naciones Unidas desde 2010, y un bien común, según la reciente encíclica del papa Francisco sobre el cambio climático- es inherente a su condición de ciudadano, pues desde que tiene memoria tiene el agua a mano (frente a 2.500 millones de personas en el mundo sin su mismo nivel de saneamiento).

Un agua limpia. Europa vela por preservar no solo la cantidad, sino, además, la calidad, y pone énfasis en la conservación ambiental (consigna que llega a la India, donde se proponen descontaminar el Ganges).