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Jaime Botín

La filantropía es una enfermedad que, para su tranquilidad, no afecta en ningún caso a los millonarios, comentó ante un cenáculo cultural alguien que fue financiero circunstancial, favorecido en su exitosa aventura por su inteligencia y olfato y reconocido hoy entre los mejores coleccionistas de arte del mundo. Evoco su reflexión, de consumo interno, lanzada en una conferencia en una institución exclusiva, a propósito de una noticia, a medias entre la cultura y el suceso, que afectó a un sujeto de primer nivel en nuestra economía que, de modo clandestino, sacó del país un cuadro de Picasso, tasado en veintiséis millones de euros, cuya exportación fue rotundamente prohibida a fines de 2012. Pese a la declaración que la calificó “de excepcional importancia para el patrimonio porque no existe ninguna obra semejante en España”, Jaime Botín-Sanz de Sautuola García de los Ríos (1936) la embarcó en un yate de su propiedad que, al parecer por un chivatazo próximo, fue registrado el pasado 31 de julio por la gendamería francesa en el puerto deportivo de Calvi, Córcega. Recuperada la tela y entregada a la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil, mientras se espera la resolución judicial, el cuadro está en depósito en el Museo Reina Sofía.

Cabeza de mujer joven es una pieza extraordinaria, influida por los hallazgos ibéricos de principios del siglo XX y adscrita al llamado periodo de Gósol, en honor del pueblo ilerdense donde el genio malagueño trabajó en 1906 este tipo de figuraciones antes de su entrada en la feliz invención del cubismo; fue adquirida en 1977 en la londinense Marlbourough Fine Arte para su colección privada, aunque ahora alega que pertenece a una empresa radicada, naturalmente, en el extranjero.

Con la ley en la mano, este ciudadano está acusado de tráfico ilícito, por lo que podría perder el bien, que pasaría al dominio del estado, y la embarcación utilizada para la comisión del delito; tendría que abonar, además, todos los cuantiosos gastos de la repatriación de la obra. Pero, en tanto se resuelva el litigio, al margen de su rumbo y a la espera de una acción de la fiscalía que defienda el interés general, no resulta edificante la actitud de un conocido potentado, hijo y nieto de banqueros, banquero también hasta su jubilación y accionista preferente de entidades de vínculo familiar, acusado de burlar y contravenir órdenes expresas del gobierno, y de contrabando, y elogiado en los últimos años por su afición a la filosofía y a la difusión de curiosas y contradictorias epístolas morales.