Juan Manuel Palerm: “Canarias es un laboratorio vivo de paisaje para el mundo”

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Fotos FRAN PALLERO

Cuando Juan Manuel Palerm Salazar acabó la carrera de arquitecto, obtuvo una beca para ir a cualquier universidad del mundo, y eligió Venecia, “el paraíso de las sombras”, dice citando al dramaturgo Carlo Goldoni, y durante años ha ejercido como catedrático en Italia y España, a caballo de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y la mítica ciudad de los canales. En esa doble militancia como docente, enfrentado a la crisis de su profesión, ha concebido con su compañero, el arquitecto Leopoldo Tabares de Nava y Marín, edificios singulares, como la Biblioteca Pública de Las Palmas de Gran Canaria (Premio Europeo de Bibliotecas), o realizado planes de ordenación, como el de Santa Cruz de Tenerife, y acaban de invitarles a participar en la transformación urbanística de Roma. Actualmente, es una autoridad internacional en una materia que ha transformado la economía, el Paisaje, y dirige en Canarias un Observatorio y una red europea de expertos desde los que anima a convertir la materia en enseñanza universitaria. Canarias, alardea sin ahorrar en reparos, puede dar clases en paisaje, pero advierte de que “si no hacemos las cosas bien, podemos irnos al caos”.

En un amplio garaje de la Salle, en Santa Cruz, pintado de blanco, con vigas de madera, donde hubo una empaquetadora, y domina al mediodía una luz natural de plató, Palerm, que hace esquemas constantemente mientras habla, ameniza la entrevista con pasajes oníricos y anécdotas de su trabajo. Cuenta que ha diseñado una caja “para ver el mundo”, que contiene un escalímetro prodigioso y un reloj con el tiempo transcurrido desde el día y hora en que nació, hace 58 años; una maravilla de objeto inspirado en la caja secreta de su padre que encontró tras su muerte. Si a Churchill no se le hubiera ocurrido la hipótesis de invadir las islas, en la famosa Operación Pilgrim, el padre de Palerm, que era artillero en el Ejército, no habría sido enviado nunca a Tenerife, y este arquitecto que luce una petit perilla soulpatch especula sobre un acertijo: ¿en ese caso, qué habría sido de él? Con la misma licencia, imagina con los alumnos cómo sería, de ser cierta, la isla encantada que Torriani llegó a dibujar en los planos.

-¿Es verdad que ha recreado la isla de San Borondón con sus alumnos?

“Ha sido algo divertido hacer un proyecto arquitectónico sobre una isla que existe y no existe, que está en la mitología, ‘la famosa cuestión de San Borondón’, como la llamaba nuestro Viera y Clavijo en el siglo XVIII. La isla fantasma. Nadie ha estado en San Borondón, porque no existe, pero está hecha hasta una cartografía. Y hay fotos, cuadros y esculturas. Formamos varios grupos de trabajo con alumnos de último curso, que hicieron una nueva geomorfología y cartografía, para realizar actuaciones específicas en la isla: paseos, casas, itinerarios, que dan vida a un bello sueño, como decía Alejandro Cioranescu. Han participado 60 alumnos de la Escuela de Arquitectura de Las Palmas de Gran Canaria”.

-¿Es un proyecto viable, como las islas artificiales de Dubái?

“No nos lo planteamos hasta ese punto. Es un reto a la imaginación que enriquece al alumno. Sabemos dónde está San Borondón, entre El Hierro, La Gomera y La Palma. Hay dos apariciones importantes constatadas. Hay testigos y nadie sabe lo que es”.

-¿Doctor arquitecto, cuál es la salud del paisaje canario?

“En el Observatorio del Paisaje de Canarias decimos que es un frágil sujeto físico y legal. Ha habido una ocupación de suelo para levantar urbanizaciones. En cierto modo, va dejando de ser el escenario mítico que enamoró a científicos y viajeros. Pero, con todo, es un paisaje que va de lo sublime a lo subliminal, que emociona y hace pensar continuamente. Vas a los Alpes y tardas diez horas en volver a emocionarte. Vas al Teide y te envuelve, te embelesa una y otra vez. Cuando Petrarca sube al monte Ventoso, él creía que iba a ver el paisaje y se da cuenta de que el paisaje estaba dentro de él. El turista aquí se queda k.o. de emociones y vuelve. Hay una gran biodiversidad. No somos un microcontinente, porque hay continentes donde esa variedad de escenarios no existe”.

-En Santa Cruz, el turista no se va tranquilo sin pasar por el Parque. ¿Cuando usted y Leopoldo Tabares lo remodelaron cómo encontraron el García Sanabria?

“Estaba muy deteriorado hace diez años. Hicimos una limpieza de la tierra a fondo y renovamos el sistema de riego, que era terrorífico. Modificamos la iluminación y se dibujó un camino en espiral, que refundía senderos precedentes. Nos dieron el Premio Europeo sobre Espacios Públicos, de la UE. Quedamos contentos. Lo tuvimos que vallar poco más de un año”.

-Y eso alimentó más de una leyenda urbana…

“Y algunas anécdotas que nunca he contado. Los bulos aseguraban que estábamos haciendo una discoteca, un chalé, un parking… Lo cerramos por seguridad”.

-¿Para evitar casos como la rama asesina del Retiro?

“Claro. Queríamos evitar daños si caían ramas durante las obras. Había muchos árboles muertos y muchísimos fuera de regla. Hicimos una ficha clínica de más de 5.000 árboles o individuos, como los llaman los biólogos”.

-¿Cuáles son las anécdotas inéditas?

“Hay dos muy buenas. Un señor muy elegante me vino a pedir permiso para poder entrar al parque vallado, y me dice: “Mire, soy hindú y me voy a reencarnar en paloma, y yo oro todos los días en un sitio concreto del Parque desde hace 20 años”. Y le dije al jefe de obras que lo dejara pasar. A los diez días, me llamó agradecido, ya tenía un sitio alternativo. La otra es un guardia de seguridad que decía que pasaban “cosas raras”, hasta que descubrió que había un alijo de droga oculto y saltaban la valla para sacarlo poco a poco”.

-¿Qué aporta Canarias al conocimiento del paisaje?

“Hay un texto extraordinario del geógrafo Franco Farinelli, según el cual el paisaje contemporáneo nació en 1799 cuando Humboldt visitó Tenerife. Por primera vez alguien entiende que el paisaje es un sistema de relaciones, no una mera visión. Las islas son más Paisaje que los continentes. Canarias, reconocido su valor naturalístico y científico (como subrayan Telesforo Bravo y Wolfredo Wildpret), somos unas islas muy desarrolladas, con grandes inversiones.Y las dos cosas nos dan una gran autoridad como islas del paisaje, que es la nueva forma de entender la economía. Lo que pasa en Canarias es un laboratorio vivo de paisaje para el mundo”.

-Hemos hecho del paisaje nuestra forma de vida.

“Sí, el turismo. Yo me enfado mucho, porque hay políticos y economistas que siguen creyendo que hay que ordeñar el territorio. Eso es un disparate. Las inversiones en infraestructuras turísticas deben hacerse con una visión integral del paisaje”.

-¿Con ese criterio abordaron el Barranco de Santos?

“Era un cauce seco. Un desagüe de agua incontrolado, que en épocas de grandes lluvias se anegaba. En nuestro proyecto de 2010 aprovechábamos, en efecto, ese problema para contemplar todas las obras de ingeniería ulteriores que hubiera que hacer: paseos, puentes, plazas públicas, edificios. La revista Paisea nos seleccionó entre los seis proyectos de cauces más importantes de la década. Era una visión paisajística holística, global. Se cumplía la normativa europea que dice que en 500 años la mayor avenida de agua ocurrida debe ser la base de cálculo para hacer el cauce. En la última lluvia torrencial de 2012 no pasó nada, salvo al puente del Cabo, que no era nuestro”.

-¿Qué valor tiene el paisaje?

“Ese es el problema. No le hemos dado un valor. No hay una moneda de cambio. Y no se aprecia. Acabamos de discutirlo en un foro sobre sostenibilidad y economía del Consejo de Europa”.

-¿Deberíamos calcular lo que vale el paisaje de Canarias?

“Podríamos caer en una reducción absurda. Lo cierto es que hoy se calcula por el aprovechamiento del suelo, sin tener en cuenta sus cualidades”.

-¿Comparte que hemos maltratado los sures de las Islas?

“Completamente. No hay ninguna razón estética ni ética para la aglomeración urbana producida en los sures. Ha habido un desarrollismo basado en el control del suelo y no en el control de lo que se ha puesto encima del suelo”.

-¿Tenemos bodrios arquitectónicos en Canarias?

“Muchos. El resultado edificatorio turístico lo es. No hay que hacer arquitectura turística, sino buena arquitectura. Uno de nuestros bodrios ha sido creer que las leyes sirven para construir edificios. Hay que desregular”.

-¿Es partidario de tirar abajo los adefesios urbanísticos?

“Yo soy más partidario de reordenar. Tirar todo lo mal hecho para empezar de nuevo es una falacia. Prefiero asumir la contradicción y resolverla”.

-¿Derribaría el aparcamientos de las Teresitas?

“No”.

-¿Le habría cancelado el proyecto a Perrault en la playa?

“No. El aparcamiento, el paseo y la playa -no hablo del hotel- eran buenas soluciones. Lo que me ofende es que desperdiciemos energía. Santa Cruz en estos últimos diez años ha desaprovechado mucha energía. Hemos perdido el proyecto de conexión con el mar de Herzog y De Meuron. Nosotros ganamos el concurso de la Plaza de España en 1996, y H&DM el del litoral, y, como nos metimos en el PGO, Miguel Zerolo nos llamó y nos dijo, tienen que ser generosos, y nos pareció perfecto que lo desarrollaran ellos. Pero no se ha ejecutado”.

-¿Qué idea es la principal sobre el territorio en la isla?

“Romper las delimitaciones entre municipios, concebir la isla como un todo, que es más importante que las partes, como dice el físico químico Enzo Tiezzi”.

-¿El Archipiélago es más importante que las islas?

“No, no es aplicable al Archipiélago. Dentro de Canarias hay muchas diferencias. No somos una sola tierra. Nuestra mochila es diferente. La heterogeneidad de Canarias es un valor”.

-¿Sería acertado en Canarias construir en vertical?

“¿Por qué no?”.

-¿Ocupar poco suelo es un dogma acertado?

“Depende. El suelo no es un parámetro de medida, es una ocasión de proyecto”.

-¿Por qué no se deja construir cerca del mar, como sí hacen sus alumnos en San Borondón?

“Después de determinadas barbaridades algunos señores han creído que se debe regular para que no lo haga nadie más. Los buenos proyectos deberían poder hacerse en cualquier sitio, pero en las culturas latinas el valor estético es bajo, se da más valor a la prohibición”.

-¿El Teide es un paisaje elevado a la máxima potencia?

“El Teide es una geomorfología extraordinaria para entender un sistema abiótico, y conserva el valor que toda nuestra historia de los últimos 500 años le ha conferido como símbolo”.

-¿Algunos paisajes como este hay que preservarlos como obras de arte, concederles inmunidad edificatoria?

“Sí, hacemos bien protegiéndolos. ¿Caben algunas piezas? También, pero a la escala del Teide, no el típico restaurante. Hay un proyecto de investigación fantástico de un grupo italiano, que estudió la cartografía de la Corona del Teide e ideó un hotel formado por cápsulas móviles subterráneas. ¿Querías pasar la noche en el Teide? Salía la cápsula, entrabas, y te metías bajo tierra”.

-En Italia, donde a usted deben de considerarlo como un arquitecto italo-español por su conexión veneciana, le ofrecen intervenir en el nuevo diseño de Roma…

“Tengo lazos históricos con Italia. Hice el doctorado italiano, además del español, he dado clases en Venecia y sigo como visiting-profesor e investigador por la Universidad IUAV de allí. Hemos hecho obra en Italia y acabamos de entregar un proyecto de Auditorio y Parque en San Felice de Benaco, en el Lago de Garda. Lo de Roma 2025 (nuevos ciclos para la ciudad metropolitana), es un proyecto ambicioso que integra a distintos grupos internacionales de arquitectos para ampliar Roma 2.500 kilómetros cuadros (50 x 50), que es como Tenerife. Hoy están en cuestión los grandes parámetros urbanísticos, como los de la Ley del Suelo”.

-¿Qué le supuso dirigir la Bienal de Canarias?

“Crear el Observatorio del Paisaje. Me nombró el viceconsejero de Cultura Alberto Delgado y el presidente Paulino Rivero anunció enseguida la creación del Observatorio canario, el único del Estado con Cataluña, tras firmar España la Convención Europea del Paisaje, del año 2000. Hemos hecho el Manifiesto de Canarias por el Proyecto del Paisaje Europeo, para su discusión en Bruselas, y en la red de 60 universidades que presido(Uniscape) ya hemos hecho un proyecto de enseñanza del Paisaje en la universidad”.

-¿Cuando realizaron el PGO fue como profanar la tumba del faraón?

“Siempre hay conflictos en los planes generales. Hace cuatro años lo finalizamos, después de más de diez trabajando junto al abogado Fernando Senante. Cuando Miguel Zerolo llegó a la alcaldía nos dio toda la confianza para que tiráramos para adelante con el PGO que habíamos ganado siendo alcalde José Emilio García Gómez. Ha sufrido muchos avatares. Yo me quedo con el inicial que entregamos en 2008. Después, con las modificaciones de la Cotmac y del propio Ayuntamiento, nos hemos quedado en el 50% de las pretensiones originales. En la ciudad siempre se había producido un crecimiento mar-montaña, y construimos una urdimbre transversal al entender que también tenía que crecer en el sentido del litoral. Esta transversalidad y la relación con La Laguna como área metropolitana es urgente. Lo que yo recomendaría a los nuevos gobernantes es que cuanto ante gestionen el plan, mejor”.

-¿Cuál es el secreto de más de 30 años de matrimonio profesional con Leopoldo Tabares?

“Estamos juntos desde el 82. Nos conocimos en la Universidad. Al principio éramos tres, con Jorge Gorostiza, que después se dedicó al cine, y desde el 92 firmamos Palerm&Tabares de Nava. Mi relación con Leo es magnífica. Ya yo no sé lo que es mío y lo que es de él. Pero de lo que estoy seguro es que desde el punto de vista de concretar piezas y elementos arquitectónicos él es mucho mejor que yo. Una vez, estábamos enredados en un aspecto sin ver la salida, hasta que Leo dijo, ‘Juanma, no te preocupes, lo resuelvo yo’. Y me quedé tranquilo”.

-¿Qué han hecho en Trento (Italia) para recibir el Premio de Arquitectura Horizontal Europea (Eco-Green Network Technological y la Universidad de Serrara)?

“Se trata de un pabellón de deportes, un teatro y un centro de oficinas. No necesita ninguna inyección externa de gas ni electricidad, se nutre del calor o el frío de la tierra. Ganó antes el premio Lead Oro, con la patente americana, que otorga una sociedad mundial para la sostenibilidad de los edificios”.

-¿La palabra sostenibilidad cambió la historia de la Arquitectura?

“A partir de la Conferencia de Río (1992), que fue determinante, empieza tomar cierta valencia ese término y concepto. En los años 70 solíamos preguntarnos por el contexto económico y social de las cosas. Y ahora con la palabra paisaje pasa lo que con el contexto, donde juegan lo ambiental, lo físico e imaginativo”.

-Antes del eclipse de la crisis, se decía por aquí que había muy buenos arquitectos canarios. ¿Caerá un Pritzker (Nobel de arquitectura)?

“Hay una generación magnífica, como quedó reflejado en la muestra de España en el MoMA, en Nueva York, y la que giró por Londres, Berlín y Moscú, en cuya selección participé. Ojalá le toque un Premio Pritzker a un alumno mío, pero no estamos conectados a ese nivel. El sitio Canarias ha imbuido al arquitecto de un caldo de cultivo que los colegios y la Escuela de Arquitectura han potenciado. Del 96 al 2000 hubo un foco muy inteligente. Ahora hay un bache importante”.

-¿La crisis del arquitecto y de la economía son la misma?

“Coinciden. Hubo apogeo porque había más obra pública y se confiaba en los arquitectos. El bache comienza cuando la política y sectores de la sociedad dicen, yo también sé y voy a controlar al arquitecto. La arquitectura buena participa solamente de un 10 por ciento del sector de la construcción y parece que es todo; es mentira. Las carreteras no son arquitectura y la mala construcción es edificación. Todo nuestro valor añadido se ha perdido”.

-¿Está desprestigiado al arquitecto?

“Está injustamente desprestigiado. Se mantienen los alumnos y los jóvenes profesionales por vocación, como mis dos sobrinas arquitectas. Howard Hughes prefería desayunarse con dos arquitectos, porque cuando leen la prensa, leen el futuro de lo que leen”.

-¿Quiénes son sus ídolos retrospectivos en la arquitectura canaria?

“Luis Cabrera Sánchez Real y Manuel de la Peña. Más recientes, Salvador Fábregas, Javier Díaz-Llanos, Saavedra, Rubens Henríquez…”.

-¿Y su icono universal del gremio?

“Mi arquitecto icono es Rafael. Una cabeza privilegiada. Mucho más que Miguel Ángel”.

-¿La plaza de la infancia decae por defunción informática?

“No por las nuevas tecnologías, sino porque la sociedad cambió. Hoy la plaza pública está en un centro comercial”.

-¿Nos debe preocupar la población, o Singapur es un consuelo?

“No debe preocuparnos tanto la población, sino organizarnos mejor. Los turistas son el problema y la solución. Nueva York y París son muy visitadas y todo el mundo lo asume. El alcalde de Roma me decía que no hacen publicidad porque todo el mundo de todo el mundo quiere ir una vez en su vida Roma, y no repiten, porque es un caos. En Canarias, si no hacemos las cosas bien con el paisaje, podemos ir al caos”.

-Yo lo conocí a usted a finales de los 80 cuando hacía un reportaje sobre la Comuna del Cabrito, de Otto Muehl, que acabó en la cárcel y murió en Portugal hace dos años.

“Leopoldo y yo estábamos en La Gomera con el programa del 92. Nos presentan a los dirigentes del Cabrito, que iban a comprar la finca de los Darias y querían que hiciéramos un proyecto. Luego lo aplicaron a su modo. Otto Muehlme hizo un retrato; era un exponente del accionismo vienés. En las afueras de Viena, presencié una de sus reuniones masivas. Él se ponía a pintar de una forma un tanto alterada y era como un happening, una exaltación de la comunidad”.

LA AMENAZA INGLESA

“Yo fui un niño que no tenía que haber nacido”. La madre quedó embarazada de él a los 44 años, cuando ya no podía tener hijos, según los médicos, tras dar a luz a una niña, “la hermana de mi vida, María Nieves”. Y con poco más de 60 años enfermó de cáncer. Juan Manuel Palerm recuerda las travesías diarias de seis horas en el J.J.Síster, entre Gran Canaria, donde estudiaba Arquitectura, y Tenerife, para acompañar a la madre el último año que vivió. “Un día, estábamos solos en casa, me dio la manita y me dijo con la mirada, “tranquilo”, ya no podía hablar. Su muerte fue dulce. Me dolía que muriera tan joven, yo terminando la carrera, con el esfuerzo de mis padres para que pudiera estudiar”. Cuando el Chapo protagonizó el 11 de julio su espectacular fuga de una cárcel de máxima seguridad en México a través de un túnel subterráneo realizado ex profeso para la evasión, Palerm dio un salto de casi medio siglo y se vio de niño con su padre y Telesforo Bravo recorriendo galerías de agua en Tenerife. “Me deslizaba como un loco por los riachuelos con musgo bajo tierra y era muy divertido”. Este adjetivo, divertido, que usa como un latiguillo sin perder la apariencia infantil a los 58 años en un rostro amigable, define toda su concepción del oficio de arquitecto que acaso debe a ese mundo de juegos soterrados en compañía del sabio geólogo y el padre. “Mi visión de la realidad quedó marcada para siempre por los ratos que pasé con ellos y los cabuqueros buscando agua, el sortilegio de las piedras, los sonidos y los olores que existen en el interior de las galerías. Fue mi primer conocimiento del paisaje”. El padre, Juan Palerm Marí, que vivió 96 años, hasta 2004, conservaba, a su vez, el recuerdo infantil de las acequias ibicencas. La suya fue una vida azarosa desde la Ibiza natal hasta Tenerife, adonde viaja destinado porque se temía una invasión inglesa. Huérfano de madre, en el parto, y de padre, a los siete años, se había criado en Galicia con una tía y un tío militar republicano. Pero la Guerra Civil los separó hasta mucho tiempo después. El teniente Palerm, movilizado por el bando nacional como soldado de cuota, sería, en efecto, enviado a Tenerife, al término de la contienda, en calidad de artillero, en previsión de que Churchill cumpliera sus planes de la toma de Canarias para controlar el noroeste africano durante la Segunda Guerra Mundial.

“Mi padre estaba convencido de que se iba a producir el ataque inglés sobre Tenerife”, recuerda el arquitecto tras asistir a la recreación de la derrota de Nelson en Santa Cruz hace más de 200 años. “Como era artillero, lo mandan a reforzar la defensa del norte de Tenerife, de la Punta del Hidalgo a Los Realejos. Y, entonces, conoce a mi madre”. Susana Salazar Hernández era gomera, de Chipude, y veraneaba esos días en casa de una prima en El Sauzal. Ese encuentro, y todos los avatares anteriores del padre desde su infancia en la casa paterna de Ibiza, en Dalt Vila, son de la clase de ejemplos que hacen de Juan Palerm un convencido de que “la arquitectura y todo lo que tiene que entender un ser humano está basado en la causalidad”. Por eso, este hijo de gomera e ibicenco, isleño por los cuatro costados, casado con una abogada especialista en tributos y padre de una hija de 15 años, colecciona dados, con los que no juega, porque adora la geometría, y cita Media hora jugando a los dados, de Agustín Espinosa. Ha llegado a creer que es el único coleccionista de dados del mundo. “Localicé a un chino, pero no coleccionaba exactamente dados”. Los conserva meticulosamente en cajas, entre ellos unos falsos comprados a un estraperlista en las Vegas, “que me costaron 300 euros”, figuras de pega hechas de silicona en México. “Son míticos, pero el crupier de Las Vegas los capta a la primera si alguien los quiere utilizar”. ¿Qué es la suerte? “Mi padre nunca contaba historias de la guerra. Pero un día, mientras operaban a mi madre, en el hospital, se soltó”. Y le contó dos historias de buena y mala suerte. “La mala fue que cayó una bomba y mi padre socorrió a un joven que no conocía de nada. Cuando lo depositó, el hombre le pidió que mirara que tenía en la barriga, y mi padre descubre que la bomba le había reventado el estómago y tenía las tripas por fuera. Murió en el acto. Mi padre me dijo llorando que nunca había sufrido tanta impotencia”. La buena ocurrió en la batalla del Ebro. “Iba con su destacamento a ocupar una posición donde habría un cañón o un obús, y se vieron atrapados en medio del fuego. Entonces, encontraron una cueva, que resultó ser una bodega. “Mi teniente, que hacemos”, le preguntaron sus hombres. Y mi padre dio órdenes de traer un caballo derribado y descorchar las botellas”. Le contó riéndose que asaron el caballo y pasaron dos días comiendo y bebiendo viendo pasar de largo la muerte. “Al abrir una alacena, apareció una rata que se engrifó, y mi padre dijo: “A las ratas siempre hay que darles una salida”. Nos queríamos mucho”. Juan Manuel Palerm aún no ha borrado el teléfono del padre de su móvil, “porque estoy convencido de que un día me va a llamar”.