EN LA CARRERA

Padre Adán

El jueves, el amigo Antonio Morales, nuestro hombre de la comunicación en la Diócesis de La Laguna, nos hacía llegar una noticia esperada desde hace unos meses, y es que el padre Adán ha sido llamado a descansar en la Casa del Padre. Sí, nuestro entrañable padre Adán falleció ese día, y quizás ese adiós, a muchos, nos ha llevado a recordar innumerables momentos y vivencias, también anécdotas cariñosas, en las que aparecía don Adán, el maestro como a mí me gustaba llamarle. Y ese término, el de maestro, es una de las vivencias que tuve la fortuna de compartir con él. Uno de tantos mediodías, después de almorzar, en Casa Micaela, esquina Anchieta con San Juan, estaba nuestro querido sacerdote tomando su cortado, y entré, diciendo buenas tardes a la concurrida clientela de Elías y Adolfo, los hermanos que regentan este tradicional negocio lagunero, y particularmente al padre Adán, le dije, como solía hacer, “buenas tardes tenga usted maestro Adán”. Él, como acostumbraba, me respondió, “buenas, sí, pero muchachito, solo hay un Maestro, Jesús, y lo compartimos usted y yo”. El padre Adán era un hombre serio, pero cercano, con esa voz dura y sabia. Otra anécdota es la que me narraron una vez sus incansables amigos, los propietarios de la Dulcería La Catedral, María del Carmen Hernández y Porfirio Rodríguez. Hace unos años preparando un reportaje para DIARIO DE AVISOS, ambos me recordaban cómo el padre Adán había sido siempre uno de sus más fieles clientes, “tomándose ese dulcito de la tarde, con sus muchos feligreses y amigos, y brindando una buena tertulia vespertina”, me revivían. Porfirio ha sido un cercano compañero del padre Adán, durante los muchos años que fue capellán y coadjutor de la Parroquia de los Remedios, la Catedral. Cuando nuestro inolvidable Adán se retiró, Porfirio ha seguido ahí junto a él, entre el dolor de la enfermedad y la felicidad de la amistad. El viernes, la asamblea que llenó la Santa Iglesia Catedral, escuchó la última homilía, que seguro el padre Adán, nuestro querido “cura guapo”, nos dedicaba desde la Casa del Padre, recordándonos lo importante que es vivir, convivir, y compartir sobre todo el diálogo y la buena amistad, valores que supo llevar a cabo el padre Adán y que quienes le conocieron pudieron acoger. Padre Adán, un abrazo, hasta pronto. Adiós, maestro.