DEJA VER

Personajes de nuestro fútbol

Me he dado cuenta de que alrededor del fútbol se genera, en nuestra tierra, una serie de personajes muy pintorescos. Voy a recordar algunos de ellos que sé que están en la memoria de muchos aficionados.

En La Laguna conocí a Luis el Blancanieves, que se sabía de memoria las alineaciones de los equipos más raros y era capaz de hacerte en directo la retransmisión de cualquier partido aunque los participantes fueran selecciones o equipos de países lejanos. Luis podía decirte la alineación de un equipo búlgaro con suplentes incluidos, así como reproducirte la narración de un encuentro Corea – Hungría, que además había sido arbitrado por un checoslovaco con unos jueces de línea de Túnez y Mongolia. ¡Se sabía los nombres!

Otro de los insignes personajes animadores del fútbol local fue Chucho el Guanche. Él se sentía la reencarnación de no recuerdo qué Mencey y logró recuperar costumbres aborígenes que estaban perdidas. Además aseguraba poseer ciertas facultades paranormales. De hecho, afirmaba que gracias a sus conjuros, el Tenerife le había arrebatado dos ligas al Real Madrid en el Heliodoro. Recuerdo que un nuevo enfrentamiento entre ambos equipos, donde se jugaban uno el camino hacia el descenso y otro hacia el campeonato, produjo una portada del diario deportivo Marca en la que aparecía Chucho con cara circunspecta y un gran titular: “Sabemos quién es el gafe. Chucho el Guanche”. Conservo esa portada del Marca como modelo del periodismo de investigación. Y aunque el Madrid ganó y terminó proclamándose campeón esa temporada y el Tenerife perdió y acabó en Segunda División, Chucho no se amilanó y siguió saltando al campo en los preliminares de los partidos con su indumentaria guanchesca, animando y emitiendo todo tipo de conjuros que proporcionaban al equipo representativo un surtido de resultados, donde se alternaban con cierta regularidad los éxitos con los fracasos. Es lo que suele pasar, cuando uno tiene poderes paranormales.

Pero mi favorito es Cho Berro. Era un hombre impedido, no podía caminar. Para asistir a los partidos en el Estadio, lo traía alguien en brazos y lo depositaba en su localidad, que era en la grada de San Sebastián, casi esquina con la grada de Gol. Al final del partido venía a buscarlo la misma persona y se lo llevaba en brazos. Nuestro grupo de amigos, solíamos ubicarnos detrás de él, para escucharle sus comentarios jugosos y divertidos, tipo: “Bertinaaat… ¡ar punto de penarti, Bertinat!” Él nos utilizaba para que, de vez en cuando, le trajéramos un coñacito de la cantina, pues no podía desplazarse. Todo fue bien hasta que un día se olvidaron de ir a buscarlo al finalizar el partido. Nos percatamos de que ya no quedaba nadie en el Estadio y allí seguía Cho Berro, algo perjudicado pero esperando que fueran a recogerlo. Como empezaban a apagar las luces, decidimos llevárnoslo fuera del recinto. Entre todos lo sacamos haciéndole la sillita de la Reina. Cho Berro iba como un torero en tarde triunfal diciendo: “Qué necesidad hay de esto…”. Lo dejamos sentado en la acera un rato y como no venía nadie a buscarlo, paramos un taxi y lo sentamos al lado del conductor. Recuerdo que lo último que escuché, mientras nos íbamos como un tiro, fue al taxista gritando: “Oiga, yo al segundo piso no lo subo, así que mire a ver…”. Deja ver…