TENERIFE

El santuario de la nieve

La Cueva del Hielo se ubica en el entorno del refugio de Altavista, en el Teide. / DA
La Cueva del Hielo se ubica en el entorno del refugio de Altavista, en el Teide. / DA

POR RAFAEL CEDRÉS

En el entorno del refugio de Altavista en el Teide, está la llamada Cueva del Hielo. Se encuentra ubicada a 3.350 metros de altitud sobre el nivel del mar, aproximadamente a unos 500 metros sobre el pequeño valle que forma Altavista. En realidad la cueva es un pequeño tubo volcánico que forma una caverna de unos 48 metros de longitud, unos 9 metros de altura y unos 15 metros de ancho. Parte del techo se ha hundido, quedando un hueco por el que se desciende hasta el fondo de la misma.

La primera referencia documentada de la cueva la realiza el escritor inglés Thomas Sprat en 1667 en un artículo publicado en la Royal Society, basándose en los relatos realizados por unos comerciantes ingleses que ascendieron al Teide en 1646. En este relato se detalla que a la cueva se bajaba utilizando una o dos sogas que se ataban a los peñascos del lugar, por una escalera de madera, por una escala de cuerda y palos de cinco varas y media de largo, de la que en 1886 solo quedaban dos peldaños.

En esas referencias históricas también se encuentra el presupuesto del Ayuntamiento de La Orotava para los años 1895/96 en el que consta una partida de 50 pesetas para la instalación de una nueva escalera. Ya en 1922 se menciona la existencia de una “moderna” escalera de pino, mientras que actualmente se accede a la cueva a través de una escalera de hierro, colocada en 1926 por el Ayuntamiento de La Orotava con motivo del Congreso Geológico Internacional.

El hielo y el agua de la cueva en el pasado se utilizó como recurso de abastecimiento para los montañeros y científicos que subían al Teide, especialmente en verano, por ser el único lugar que conservaba estos elementos todo el año. Los neveros (denominados así por dedicarse a la explotación de este elemento), principalmente de La Orotava, extraían el hielo de esta cueva y lo transportaban en burros y mulas hasta los pueblos para ser vendido. La primera referencia escrita a esta actividad la hace Staunton en 1792.

Las referencias a este lugar de Altavista también pueden encontrarse en los escritos de los primeros investigadores que subieron hasta el Teide. Este es el caso de Piazzi Smyth, que construyó el primer refugio en Altavista, en 1856, y que consideró como una de las bondades de la zona para establecerse en el lugar, precisamente la cercanía de la cueva, que le permitía disponer de agua durante su estancia.

Desde 1901, año en el que otro investigador, Graham Toler construyo el primer refugio de mampostería en Altavista, se utilizaba la cueva como fuente de suministro de agua. En 1932 se planteó por primera vez la necesidad de instalar una tubería para la conducción del agua desde la cueva al refugio. Así, con la construcción del nuevo refugio, en la década de los 50, se instaló una tubería que unía los dos lugares. Siguiendo las referencias documentales en torno a la cueva, en 1966 se apuntaba que el lugar ya no conserva la cantidad de hielo de épocas pasadas, debido a las acciones de extracción del hielo.

 En 1927 ya existían grabados como el de la imagen en el que se detallaba el interior de la cueva. / DA
En 1927 ya existían grabados como el de la imagen en el que se detallaba el interior de la cueva. / DA

Dinamita

A la actividad extractiva que mermó la capacidad de la cueva hay que sumar que esta fue dinamitada, acción que hizo que se rompiera la capa impermeable del fondo, lo que hizo que el lago procedente del deshielo en verano acabe filtrándose y prácticamente desaparezca.

A lo largo de la historia se ha conocido como Cueva de Las Nieves, Gruta del Hielo, Pozo de la Nieve o Cueva del Hielo. Desde el punto histórico aún queda por determinar si los guanches llegaron a visitarla alguna vez y cuando comenzaron los neveros a extraer el hielo de su interior. Atendiendo a esa evolución histórica, la primera referencia escrita de la extracción de hielo la hace Staunton en 1792: “El hielo o el agua, según el caso, se extraía amarrando los barriles o bloques de hielo a las mismas cuerdas por las que se bajaba, el nevero subía por las cuerdas, tiraba de las cargas y luego volvía a bajar para repetir la operación nuevamente. En el caso del hielo, previamente había que cortarlo en bloques”.

Charles Piazzi Smyth, también hace referencia a este lugar mientras realizaba observaciones astronómicas desde los altos de Guajara en 1856, detectó que el lugar presentaba los graves inconvenientes de los fuertes vientos y del poco refugio natural de la zona, decidió que debía buscar un nuevo sitio para continuar sus observaciones. Se decidió por Altavista al tener conocimiento que el lugar era frecuentado por isleños que extraían hielo de una cueva cercana, punto que debía ser en el que una noche divisó una hoguera. Este lugar además estaba todavía a una mayor altitud que el actual de Guajara. El 28 de agosto de 1856 se trasladaron a Altavista comprobando que el sitio reunía las condiciones necesarias y la cueva del hielo permitiría obtener agua más fácilmente que en Guajara.

También Fray Albino G. Menéndez Reigada, obispo de Tenerife recoge en su descripción del viaje que realizó al Teide para oficiar una misa en el pico el relato que le contó el arriero Martín en 1927.

Aún hoy, aquellos que visitan la cueva, pueden encontrar en ella algunas de las herramientas que los neveros usaban para sacar el hielo de las paredes de la cueva. / DA
Aún hoy, aquellos que visitan la cueva, pueden encontrar en ella algunas de las herramientas que los neveros usaban para sacar el hielo de las paredes de la cueva. / DA

Documentación

A lo largo de la historia han sido muchos los visitantes que han subido al Teide (con interés científico, botánico, geológico, astronómico, turístico, etc.) y nos han dejado su descripción más o menos detallada de la cueva. Así, la primera descripción escrita de la que se tiene constancia la realiza en 1667 el ya mencionado Thomas Sprat y lo hizo basándose en unos relatos realizados por unos comerciantes ingleses que ascendieron al Teide en 1646. En la actualidad es un lugar al que acceden los visitantes a través de la escalera de hierro descrita anteriormente y en la que numerosas expediciones de espeleología se acercan hasta esta cueva cuya entrada es un pozo de seis metros que da acceso a una sala de 7 x 11 metros aproximadamente, con una prolongación hacia el norte de otros seis metros.