SUPERCONFIDENCIAL

Saturaciones diversas

1. Acabo de concluir que estoy saturado. El coco no me da para más; son demasiados artículos para el body. Debo parar. Reconozco que le tengo a esto más afición que el Nápoles y que no sirvo para estar quieto. Por eso sigo escribiendo compulsivamente. Llevo tantos años haciéndolo que no conozco la supuesta miel del dolce far niente. No sé qué se siente sin hacer nada, no tengo ni idea. A lo mejor me lo estoy perdiendo. No les voy a escribir nada de la especial serenata venezolana que ha descubierto la Púnica. No les interesa a ustedes, no me interesa a mí, no le interesa a nadie. O a lo mejor le interesa a todo el mundo. Me ha llamado un amigo que viaja por Europa del Este para contarme el espectáculo terrible de miles de emigrantes que huyen de Siria e Irak buscando nadie sabe qué, porque a la enorme inmigración Europa le puede dar poco o nada. Qué desastre de mundo estamos creando entre todos. Pero tampoco deseo hablar de eso, que me entristece.

2. Hoy quiero hablar de mí: no sé estarme quieto y quiero estarme quieto, en una lucha conmigo mismo. ¿Cómo es un día sin escribir? No lo sé, nunca he estado un día sin escribir, en parte por culpa de mi salud de hierro que un día tendrá que flaquear por algún lado. Llevo muchos años contando lo que pasa y lo que no pasa y eso imprime carácter. Tengo que hacerlo, debo hacerlo, aunque no haga sino contar tonterías, como en este mismo instante. No hay nada bueno que narrar porque nos estamos cargando lo bueno para dar paso al suceso, a la violencia, a la marginación y a la pobreza, que es lo que vende. Cuando la oprobiosa, lo que era muy bien valorado por los censores, que te felicitaban incluso, era aquel célebre titular que se repetía y se repetía: Hambre en Rusia. Se trata en las facultades de Periodismo.

3. Ahora estamos en las mismas, cuando por las autopistas de Europa se inmolan los huidos de las guerras más o menos cercanas. Maldito siglo XXI, la que nos ha traído, una guerra más fría que la guerra fría y mucha falta de caridad y de comprensión con los necesitados. La solución está en los orígenes, en los gobiernos corruptos que hacen guerras para enriquecerse y en los países ricos que la alientan para ser más ricos. Una repugnancia.

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