tribuna

Verano sangriento

Unos niños asesinados por su padre con una radial para causar el peor daño a su exmujer, dos chicas asesinadas en Cuenca cuando iban a recoger objetos personales a casa de un exnovio, un exconcejal de Izquierda Unida que prende fuego a su vivienda con su mujer dentro causándole la muerte, una joven asesinada en plena calle en Castelldefels por un antiguo amante. Es como si el verano, el implacable calor, alentará la saña asesina contra las mujeres, el repugnante sentimiento machista de pertenencia, de que la familia es para el varón una propiedad personal que puede destrozar a su antojo. ¿Y qué decir de los niños? Cuarenta y cuatro han sido asesinados por sus padres en la última década. Su corta vida, la mayoría tenían menos de diez años, se ha utilizado por su progenitor como mercancía, como instrumento de venganza contra quien osa abandonarles. Más de la mitad de estas víctimas del odio nunca volvieron de una estancia obligada por el régimen de visitas. Por eso, por el escándalo de las cifras, por la saña asesina de los maltratadores, la sociedad debe replantearse si un hombre que hace de la convivencia un régimen de terror, que golpea y amenaza a la madre ante sus hijos, tiene derecho, cuando venciendo el miedo le apartan, a un régimen de visitas. Es paradójico que la ley proteja con tanto ahínco a los niños a bordo de un vehículo, sillitas anatómicas, alzadores, cinturones de seguridad, y les deje, sin embargo, a merced de un presunto asesino. De un hombre carente de afecto, al que temen, porque saben violento. Han pasado ya muchas fechas desde aquel horrible crimen de los dos hermanos de Córdoba a los que un sádico, sin problemas mentales de ningún tipo, quitó la vida y luego incineró en un horno casero, para que el Parlamento no haya modificado sustancialmente la Ley contra la Violencia de Género. Ese texto legal que se ha demostrado ineficaz para salvar a mujeres y niños de los asesinos machistas. El parricida de Moraña, el de la radial, fue insultado por los vecinos cuando, ya detenido, era trasladado al juzgado. Miguel Lorente, uno de los mayores y mejores expertos en violencia machista, escribió: “El problema no es la crítica de después, sino el silencio de antes”. Hay que denunciar las custodias compartidas con los violentos, los que pueden cometer un asesinato vicario (así lo llaman los expertos porque el daño se realiza por personas interpuestas que son los hijos). Por ultimo, y como un ruego, no se busquen justificaciones en el catálogo de las enfermedades mentales, los asesinos machistas no están enfermos. Son simplemente malvados y la maldad no tiene excusas.