1. A falta de otras cosas de interés, los reportajes sobre ciudades y costumbres que emite la televisión, la literatura de viajes, va camino de encumbrarse. Churchill era un gran admirador de esa escritura y relató magistralmente un viaje suyo por África. Lo leí hace años y estará en mi biblioteca, ordenada para mí, reglamentariamente desordenada para un bibliotecario. He visto, por motivos de servir de acompañante de una reclusión clínica, muchas ciudades este verano, en reportajes impecables, bien realizados y bien montados. Le hacen a uno vivir en ellas, ya que dan cuenta de hoteles, rutas, costumbres, gastronomía, etcétera. Uno, que está harto de las reducciones de Pedro Ximénez, valora la cocina de otros países, cocina que no acude a la falsa sofisticación para resolverse y promocionarse. En España, lo culinario ha caído en la cursilería. Vayan al Pole, pidan un bistec de cochino y déjense de mariconadas de tanta reducción y de tanto hojaldre. A mí del cochino me gusta hasta la conversación.
2. El Cabildo de Tenerife se gasta millones en promocionar la gastronomía, pero lo único que consigue es llenar los bolsillos de cuatro gaznápiros que han monopolizado la cosa y que tienen atemorizados a los propietarios de los restaurantes que no les invitan o no les contratan publicidad en sus odiosas revistas. El otro día, uno de los afectados me dijo: “El enano ese aquí no entra”, en referencia a un tipo bajito que se ha autoproclamado adalid de lo autóctono. Ya está bien de machangadas, hombre. A la cocina hay que tratarla bien, no a fuerza de tranques. Y todos esos son unos tranquistas, con alguna excepción, que siempre la hay. Abusadores. Como yo me entere de que el Cabildo les suelta un duro voy a dar nombres y apellidos. Y a contar andanzas.
3. En fin, que empecé por los viajes y, como siempre, me disperso, sobre todo cuando veo a individuos aprovechados que quieren sacarle perras a las instituciones y a los particulares sin vergüenza alguna. No hay derecho. Constituyen una fauna abominable. Y bienvenidos los medios que tratan la gastronomía con respeto, con imparcialidad y con ganas de hacer bien las cosas, que también los hay.
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