a contracorriente

Vuelta a la política – Enrique Arias Vega

El error de Mariano Rajoy al presumir de sus números macroeconómicos es creer que a la gente le emociona la aritmética, cuando lo que le pone de verdad son los desahucios, Bárcenas, las preferentes, los bustos del rey… Es que el personal ahora está interesado en la política a ras de suelo, en lo que cobran los representantes públicos, en si los alcaldes van en Metro o en bici, en si nuestros diputados juegan al candy crush en vez de atender a las sesiones del Congreso… No hay más que ver los tuits en la red. Hace unos pocos años los comentarios más frecuentes en Twitter o en Facebook hacían referencia al sexo o a materias afines con él.

Hoy día, en cambio, en un 80% se dedican a poner a parir a políticos de uno u otro signo. Vean, si no, lo que acaba de pasar en nuestro fútbol. El fichaje más sonado de este verano no ha sido ningún jugador del Barça o del Madrid, sino del modestísimo Jaén: el portugués Nuno Silva ha entrado en el gotha de los famosos no por sus posibles habilidades futbolísticas, sino por haberse presentado con una camiseta de Franco sin saber de quién se trataba. Cuando parecía, pues, que tras el desencanto de Mayo del 68 y de que los progres de entonces se pasaran veinte años después al budismo zen o a forrarse con las stock options, el interés por la política ha vuelto con todo su vigor. De alguna manera, este rebrote ha sorprendido a todos, incluso a sus mayores beneficiarios, como el partido de Pablo Iglesias (el de ahora, no el otro): si Podemos ha cosechado ese gran caudal de votos (y de críticas) es porque la afición a la política, a repensar por uno mismo los conceptos preestablecidos sobre la convivencia colectiva, ha eclosionado cuando los dirigentes públicos, pobres, menos se lo esperaban.