Domingo Cristiano

El aborto me la suda

El inicio de un nuevo curso ha sido el momento escogido por la caverna teológica y la fanfarria mediática para sumar fuerzas tratando de inventar el titular que nunca fue. Esta vez el tema elegido por tan escasos pero ruidosos agitadores es el contenido de una carta del papa Francisco sobre el Jubileo de la Misericordia que estrenaremos el 8 de diciembre. Les sonará la misiva porque casi todos los medios destacaron que los sacerdotes tendremos permiso para absolver a quien confiese haber abortado. Basta con que una agencia lo subraye para que el resto de medios lo presente como un hecho inédito sin serlo. Lo que sí es una canallada es malinterpretar conscientemente ese mensaje de Francisco con el fin de ganar público o de hacerlo perder al pontífice, que ambas cosas han sucedido. Unos y otros, ambos corriendo tras canallescos objetivos, persiguen el descrédito del pastor sabio que con paso firme busca la autenticidad de la fe. Quienes me preocupan de verdad son los que lo hacen desde la misma Iglesia, que los hay. Con palabras más finas, sirviéndose de ese lenguaje vacío que a los psicólogos hace sospechar de un trastorno mental, han aventurado algo así como que al papa se la suda esto del aborto. Y que por eso comienzan las rebajas para las mujeres que reconozcan el pecado. Como si Francisco arrasará irresponsablemente con milenios de compromiso en favor de la vida de todos en todas sus etapas. Tras la interpretación tan torticera de esos cuantos no puede haber otra cosa que la falta de experiencia personal del amor de Dios y la soberbia presunción de no necesitar de su misericordia. Y cuando eso le sucede a un creyente, consagrado o laico, tiene que hacérselo mirar urgentemente. Lo que ha hecho el papa Francisco es convocar a la Iglesia y a la Humanidad entera a darse a sí mismas una nueva oportunidad. La invitación es a nacer de nuevo, a dejar en la cuneta la culpa y el rencor. Dice Francisco que será un año para cruzar las puertas que simbólicamente se abrirán en templos de todo el mundo para escenificar la apertura a una vida renovada, para aprovechar las experiencias -buenas y malas- y construir desde ellas una vida de verdad. Hasta las puertas de las celdas ha decretado el papa que se consideren puertas del Jubileo para los presos, en una decisión sin precedentes. Nunca la Iglesia es más de Cristo que cuando promueve la misericordia, que cuando elige acompañar al que se ha caído, sin reproches. Nunca la Iglesia es tan verdadera como cuando sale al encuentro del hombre que cree que ha fracasado para liberarlo de ese engaño. Sin echar nada en cara. Ya habrá tiempo para hablar sobre todo eso, dice el papa. Consolar, confortar, instruir, aconsejar, perdonar, sufrir con paciencia. Dar de comer, dar techo, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y a los presos, enterrar a los muertos, compartir el dinero con los pobres. Este es el plan que propone la Iglesia para el Año de la Misericordia. Por si alguno se pensaba que esto del Jubileo iba sólo de redactar planes y organizar ceremonias. Con todo, apuesto lo que sea a que todavía habrá quienes sigan erre que erre con lo del aborto.
@karmelojph