DEJA VER

El arbitraje en Tenerife

¡Qué difícil es arbitrar! ¡Qué poco reconocimiento tienen aquellos que se dedican a esa actividad! Hay que tomar decisiones en décimas de segundos y los errores son irreparables. Sobre eso, pocas veces la gente toma conciencia de ello. En el fútbol, en Tenerife, hay gente que se ha dedicado al arbitraje y se han convertido en auténticas leyendas. Voy a refrescarles la memoria con algunos ejemplos.

Félix Mba era un juez de línea de raza negra y de origen guineano, afincado en Tenerife, que pasó a la posteridad por un partido en Los Realejos en el que en una jugada algo confusa le anuló un gol al Real Unión al señalar que había sido en fuera de juego. Los jugadores del equipo unionista se abalanzaron contra él, pero reaccionó de forma rápida y contundente.
Enarbolando el banderín del corner de forma amenazante, mantuvo a raya a los jugadores que le increpaban y le decían de todo, gritándoles: “¡Atáaas!, salvajes…, que yo sé mucho de esto…, ¡atáaas!”

Pero del mundo del arbitraje en Tenerife, quien posee un anecdotario más amplio es Reverón. Él mismo me contó que una vez, arbitrando un encuentro, señaló un penalti y se despertó en la Casa Socorro. !Me dieron con un tormazo en la parte de atrás de la cabeza y me quedé sin conocimiento…”, me dijo. En otra ocasión, en medio de un partido, uno de los jugadores se dirigió a él diciéndole: “Reverón, ¿verdad que una vez te vendiste por un plato de lentejas?” Y él le respondió de forma contundente: “Como me vuelva a decir eso, lo expulso”, a lo que el futbolista le dijo: “Como te atrevas a echarme, se lo cuento a mi madre y no te vuelve a dar un plato de comida…” Y es que yo creo que el arbitraje siempre ha estado muy mal pagado. Me contaron que estuvo enamorando con una chica que era invidente. Aquello al final no cuajó, porque se ve que ella no terminó de verlo claro, pues él tenía una profesión de alto riesgo.Otra vez, con ocasión de estar arbitrando en el campo de La Salud, lo vieron correr vestido de árbitro por la avenida de Venezuela para abajo, perseguido por un gentío. Consiguió refugiarse en un cuartelillo de la Guardia Civil que había en una esquina. La gente se agolpaba en la puerta, insultándole y diciéndole de todo. Al final lo sacaron en un jeep custodiado por dos guardias, pero… lo volvieron a llevar al campo de La Salud para que terminara de arbitrar el encuentro. Cosa que tuvo que hacer un Reverón aterrorizado.

Algo parecido le ocurrió arbitrando un partido en Las Galletas. Ante una decisión que no satisfizo a la afición local, hubo invasión de campo y a Reverón no le quedó más remedio que salir por patas, perseguido por varios energúmenos. Cómo sería la cosa, que en su huida llegó hasta la costa. Ante el acoso de aquellos aficionados inconformistas, Reverón optó por tirarse al mar. Creo que en ese instante fue cuando se percató de que no sabía nadar. Estuvo a punto de morir ahogado. No tengo claro cómo fue que lo sacaron del agua y si por el camino recibió algún cogotazo, pero puede ser que esa noche fuera cuando tomó la decisión de dejar el arbitraje.

Dejo para otro día a Manolo Valle, porque creo que merece una columna para él solo. Deja ver…