el charco hondo

Bicicleta

José Antonio Zarzalejos lo fotografía con nitidez, y valentía, en Mañana será tarde. A su juicio, el establishment independentista ha abonado la imagen de una Cataluña dinámica, cuando lo cierto es que las decisiones que se han ido tomando han tenido el mismo resultado que un ciclista en una bicicleta estática. No han avanzado un metro. Han musculado a la opinión pública catalana, permeable a esos mensajes -especialmente en plena crisis económica-; pero, en términos reales, no se ha avanzado un ápice en el proceso secesionista. Sin embargo, concluye Zarazalejos, su reivindicación ha logrado hacerse un hueco en buena parte de la sociedad catalana, tanto más amplia cuanto mayor ha sido el quietismo del Gobierno de España. No le falta razón. Las oligarquías, atrincheradas a ambos lados del proceso, han estado los últimos años pedaleando torpemente sobre una bicicleta estática. Todos han perdido las elecciones de ayer. Pierden los independentistas por sembrar imposibles, luego, frustración. Con el miedo como pensamiento único, fracasan quienes se han pasado décadas presumiendo de hablar catalán en la intimidad -mirando hacia otro lado- y ahora amenazan con corralitos -aquellos vientos estas tempestades-. La sonrisa de los segrecionistas tiene fecha de caducidad, Junts Pel Sí viaja a ninguna parte; no hay recorrido para el independentismo catalán. El XXI no va por ahí. Se han equivocado de siglo. Hay camino, pero por ahí no. Hay margen. Reformar la Constitución. Reducir, según qué casos, la arquitectura del Estado. Atender a las propuestas de territorios que no necesitan independencia pero sí una menor dependencia. Armar un esquema (justo) de financiación. Mejorar el marco de convivencia. Cataluña tiene, por ahí, algunas salidas. Ahí sí hay espacio. Gobierne quien gobierne, debe abandonar el quietismo y desenterrar la política. Anoche perdieron todos, y lamentablemente no hay razones para el optimismo: este país seguirá pedaleando sobre una bicicleta estática.