cuadernos de áfrica

‘Biltong’, biblias y rifles – Por Rafael Muñoz Abad

El veld es una sucesión de suaves colinas que se pliegan tras el horizonte. Un tartan verde donde sus habitantes otean el aliento de las chimeneas vecinas más allá de la muerte del sol. Riet era un barbudo huraño y robusto forjado en la intransigencia calvinista cuyo pasillo mental apenas le permitía razonar más allá de los apocalípticos márgenes del Antiguo Testamento. El genuino afrikáner.

A unas horas en coche de la cosmopolita Ciudad del Cabo, se abre la enormidad de África del Sur. Un sinfín de hectáreas y fértiles granjas que son la despensa del país y, paradójicamente, una sociedad más encorsetada. Encrucijadas cardinales, gasolineras rodeadas de cuatro casas y travesías donde el forastero es observado con curiosidad y desconfianza, definen un paisaje cuyas gentes ejemplarizan la idiosincrasia de las sociedades fronterizas. De aquellos vryburgers, que a golpe de carromato se alejaron de El Cabo, a los actuales granjeros, poco ha cambiado en lo referente a su concepto de la vida. El dueño de la gasolinera es blanco y los operarios coloureds o negros. La vieja Sudáfrica goza de plena salud.

El miedo [ancestral] a lo desconocido de los primeros europeos, en el caso sudafricano al hombre negro y a los espacios abiertos, conjuntamente con el oeste de los EE.UU., suponen un excelente retrato de sociedades limítrofes. De forma global en la historia cuando se ha producido una colisión entre aborígenes y europeos se ha resuelto por la violencia. La colonización de Sudáfrica se blindó en lo físico y mental bajo tres pilares: la religión, las armas y el sectarismo de pertenecer a la tribu blanca. Una concepción de pueblo elegido aún palpable en muchos aspectos de la cultura afrikáner más rural y fermentada por el trauma vital de haber huido de las guerras de religión europeas del siglo XVII.

Biltong, biblias y rifles. El biltong es una carne seca y marinada; un tipo de cecina. Duradero y proteínico, fue el sustento de los blancos embrutecidos que con sus criados mestizos se adentraron al interior dando forma a la actual vasija social sudafricana; el Apartheid, de alguna manera, ya viajaba en las mentes de los primeros europeos.

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