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Carta de una madre agradecida

1. Pudo ser un drama, quedó en susto. Tres familias se van a la playa de Almáciga, con sus niños. En el momento en que ocurrió todo se bañaban tranquilamente tres madres con tres niñas de ocho años. Una de ellas me lo cuenta así: “No sé cómo pudo pasar. Todavía no lo entiendo. El agua nos llegaba por la cintura y estábamos con las pequeñas con sus tablas, cogiendo olas. De pronto ya no estábamos allí, sino en medio de una corriente. Empezamos a nadar, intentábamos avanzar pero no podíamos. Sentí miedo, impotencia, angustia. Pedimos socorro y enseguida acudieron ellos, los chicos surfistas. Nos apoyaron en sus tablas, nos prestaron auxilio y nos sacaron a todas. Nunca vi tan cerca una desgracia. Se lo agradeceremos toda la vida. No hay sino una palabra para ellos, porque realmente no hay palabras: ¡Gracias!”.

2. Yo conozco a esta chica, que no quiere dar su nombre, y todavía en sus ojos se trasluce el terror, los momentos graves que vivió. Pero, como dice esta joven madre, “allí estaban ellos”. Efectivamente, como ángeles de la guarda, o como vigilantes de la playa si se quiere, los surfistas, que dominan las corrientes de Almáciga, no dudaron en acudir en auxilio de las tres madres y las tres niñas en peligro de morir ahogadas. Y las sacaron a todas. Un acto heroico que debería tener una recompensa civil. Que tomen nota las autoridades porque estos chicos tendrían que ser condecorados. Salvaron de morir ahogadas a seis personas.

3. En muchas ocasiones estos actos de heroísmo pasan desapercibidos. Y en casi todas, la sociedad no corresponde con un reconocimiento a quienes arriesgan sus vidas para salvar las de los demás. El otro día pudo ocurrir una desgracia en Almáciga. Quien me cuenta estos hechos, vividos en primera persona, me merece todo el crédito del mundo. Se trata de héroes anónimos; ella ni siquiera sabe los nombres de sus salvadores, pero quiere que quede constancia pública del acto de solidaridad que estos chicos llevaron a cabo. Yo sólo transmito esos deseos y añado que merecen una condecoración. Estos héroes no deberían quedar en la oscuridad del anonimato.

achaves@radioranilla.com