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Cosas esperadas y desesperadas

1. Hay cosas que se esperan con tanto interés como el catálogo de Ikea o el vino Beaujolais. Hay cosas que uno espera afanosamente como el ¡Hola!, los miércoles en los kioscos. Hay cosas que uno espera con infinita paciencia, como la instalación de la fibra óptica en casa con toda la parafernalia del Imagenio. Tardan un mes en ponértela. En algunos lugares de Estados Unidos el plazo máximo es de 24 horas. En Europa, en general, la tienes a mayor velocidad que en España, en 48 horas desde el momento de la petición por teléfono o Internet. Por eso en España quien espera desespera. En Buenos Aires, una de las veces que estuve allí, leí en el periódico que un señor esperó 25 años a que le instalaran el teléfono en casa. El mismo día que los operarios dejaban lista la línea sufrió un infarto y murió. Yo mismo, cuando empecé este artículo, no sabía de qué hablar, me dolía la cabeza y tenía la mente en blanco. Los periodistas de antes tomaban cantidades ingentes de café para que esto no ocurriera. Muchos de ellos escribían en los cafés y enviaban sus artículos al periódico con un botones. Por cierto, llevo más de quince días esperando la fibra óptica. Hoy voy a llamar a mi amigo Julio Luis Pérez Alonso, que seguro que me soluciona el asunto.

2. Éste, aunque ustedes no lo crean, continúa siendo el país del vuelva usted mañana. El funcionario sigue creyéndose dueño de tu tiempo, al contrario que en los Estados Unidos, en donde una sociedad se monta en dos horas en el despacho de un abogado. A los dos días vuelves, recoges los papeles y el sello en seco. Y a funcionar. Aquí lo haces en el notario, lo cual me parece muy bien, y luego empieza el peregrinaje por el Registro Mercantil, el ayuntamiento, Hacienda y todo eso. La Directiva Bolkestein en España es todavía una entelequia. Creo que en La Laguna funciona. Pero en muy pocos sitios más, aunque el Puerto de la Cruz lo intenta.

3. Siempre estamos esperando algo, incluso que nos toque la lotería. Este es el país de la espera infinita, todo se eterniza, todo se hace largo y tedioso. Te desesperas y eso que han mejorado mucho las cosas. El Gobierno paga a 30 días, pero no las sociedades públicas, que no pagan nunca. En fin, una mierda.
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