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En Pinolere

1. Estuve en Pinolere, la feria de ferias de artesanía, y vi el entusiasmo de los expositores, de los artesanos, con un pelín menos de público que el año pasado, según comprobé, aunque no tengo el dato estadístico. Fabricamos cosas hermosas, entrañables y llenas de historia. Compré lo que pude, porque me gusta ayudar. Había de todo, desde cestos artesanales hasta fotógrafos de cajón, a quienes no dejan trabajar en las calles de Santa Cruz y La Laguna. Son los últimos que quedan en Canarias. Me hice una foto con mi hija, en blanco y negro, claro, con márgenes dentados; preciosa. ¿Cómo es posible que a los dos fotógrafos de cajón que quedan la burocracia no los deje trabajar en las calles? De por sí, serían un atractivo turístico más. El olor a carne de cochino me guio hasta una especie de guachinche industrial, con excelentes piñas de millo guisadas y la carne excepcional, en pinchitos. Compré un coche de verga, precioso, que fabrica un jubileta simpático, que estaba allí con la doña y la hija vendiendo sus modelos. Desde el de lata de sardina al más sofisticado que yo me llevé a casa.

2. Pinolere es la cita anual tradicional con el arte de nuestras gentes. Vi mucho juguete y muy hermoso. Y los precios eran auténticamente de feria: nadie se bota, todo el mundo quiere sacar sus productos adelante. La cerámica es excelente y se trabaja muy bien la madera en Canarias. Cada vez mejor. También el cristal. Esta feria hay que protegerla porque es la expresión/explosión de nuestras esencias estéticas, que son muchas y tantas veces no comprendidas. Cómo trabajan la piedra y hasta el oro, en unas estilográficas preciosas, fabricadas en el Puerto de la Cruz.

3. Fue una tarde muy agradable la del sábado en Pinolere, con mucho calor y mucho fervor de la tierra. De fondo cantaban Los Sabandeños, que se lucían el mismo día en su festival lagunero, con muchos invitados y muchísimo público. Había, incluso, alguna manifestación artesanal en vivo; es decir, se fabricaban cosas sobre la marcha, como morteros y figuras decorativas. Aunque yo no estaba muy animado, la feria me vino bien porque me contagié del entusiasmo de tanta gente que fabrica cosas tan hermosas y las ofrece a los canarios y a tantos visitantes.
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