cuadernos de áfrica

La gitana de Vioolsdrif – Por Rafael Muñoz Abad

Una vez dueños de las encrucijadas oceánicas los ingleses abolieron la trata de esclavos y supieron convertir la Union Jack en su más poderosa marca publicitaria escondiendo bajo sus tres cruces la geometría variable de una moral gobernada al viento que mejor hinchó sus velámenes. En 1834 el gobernador de Ciudad del Cabo abolió la esclavitud provocando la ira de los colonos neerlandeses que optaron por marcharse y adentrarse en lo desconocido.

En la ardua colonización del norte de la provincia de El Cabo Occidental, la escasez de mujeres [blancas] hizo que los holandeses se mezclaran con las khoisan y engendraran bastardos sin juicio alguno más allá del divino; es el origen de los coloured. Ni negros ni blancos; tampoco mestizos. Un linaje degradante a ojos del bóer.

Con 1.000 kilómetros ya atrapados en el retrovisor me empeño en ganar la frontera. Desaliñado, paro a comer en gasolineras que son punto de encuentro de camioneros barbudos, autobuses y amantes de la ruta y el café de madrugada; me incluyo. Por mi físico me hablan en afrikaans pero respondo en inglés y aumento su desconcierto. La carretera hacia el norte es una recta infinita que atraviesa el Karoo. Un malpaís desolado del tamaño de España…

Las hambrunas de madrugada son propias de estudiantes o de almas desarraigadas que huyen de algún desvelo; me incluyo. En medio de la nada coincido con los pasajeros del Intercape; una lujosa línea de autobuses de larga distancia. El conductor es el Frankestein sudafricano; un coloured de casi dos metros que podría ser segunda línea de cualquier equipo de rugby. La cola para las papas fritas y el biltong es larga, pero él se la salta y nadie osa protestar.

Katja es de tez índigo; elegante en sus harapos, ve pasar la vida en el turno de madrugada de la estación de servicio de Vioolsdrif. Última población antes de cruzar a Namibia. No camina, eso es para los mortales. Armoniosa, se difumina bajo una fluidez felina. La joven de la perla o Sade se desdibujan en ella; su mirar suave se dilata y con un etéreo cimbreo se desvanece tras el lino de una cortina que también es añil… El conductor del Intercape la sigue; Katja es coloured.

*CENTRO DE ESTUDIOS AFRICANOS DE LA ULL
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