nombre y apellido

Isabel Gea

Tengo una vieja pasión por las historias locales, imprescindibles pilares de la crónica general y pruebas reveladoras de los pequeños, o grandes, secretos de los pueblos y ciudades que visitamos sin prisa y con la curiosidad despierta. Esa afición por conocer la vida cotidiana de un lugar ajeno me lleva a coleccionar libros de viajes y testimonios de costumbres y usos, vinculados a ese sitio; a probar, aún con riesgo de desencanto, platos y bebidas inéditos; a escuchar folclores diferentes y a seguir, con la mayor naturalidad posible, el útil adagio de “donde fueres, haz lo que vieres”, una herramienta posible de la picaresca, válida para la supervivencia e, incluso, para el reconocimiento que anima al foráneo. En la Cuesta de Moyano, una franja cultural del Retiro, el librero que me identifica por el acento y las predilecciones, me enseña tres libros curiosos de la Villa y Corte que es, a su vez, “el pueblo mayor de España”. Se trata de Madrid & New York, donde el fotoperiodista Raúl Cancio, con fotos de Angel del Río, compara y opone las dos metrópolis, resalta semejanzas y enfatiza las singularidades. La Historia Breve, firmado por Rosalía Ramos y Fidel Revilla, resume ambientes y tipos madrileños, desde la política y el arte a las tradiciones e incentivos que la capital ofrece a los forasteros. Editado también por La Librería, la periodista Isabel Gea (1956) con estilo fresco y directo, que aligeran la carga documental, nos propone un recorrido simbólico por el corazón urbano, a través de unos mil nombres que recogen los sabrosos bautizos populares de las calles, en muchos casos respetados por la autoridad municipal y, en otros, lamentablemente, sustituidos por enunciados políticos, halagos, en fin, de adulones que, en todo tiempo, los hubo y los habrá. En ese sugestivo repertorio figuran nombres vinculados a episodios históricos – como Carretas, “por las barricadas que hicieron los gatos para luchar contra el mejor ejército del mundo” -a personalidades notables – Caballero de Gracia, por un elegante centenario que allí vivió antes de la apertura de la Gran Vía- y a la intrahistoria de la urbe novelera y acogedora que, sin embargo, tenía rúas y callejones titulados Aunque os pese, El Infierno, La Amargura, Las Animas, Enhoramala Vayas, Tente Tieso, Válgame Dios, Cantarranas…Una obra que se suma a las cuarenta que, desde 1989 y con Casas, casos y cosas de Madrid , la consolidan como una autoridad en todos sus asuntos y entresijos.