El grupo humorístico musical argentino Les Luthiers, que llena escenarios del mundo, incluidos los de Canarias, acaba de perder a uno de sus fundadores: Daniel Rabinovich. Con nostalgia y dolor revisé sus vídeos, y acabé encontrando una de sus frases que, vista la actualidad, describe al milímetro al precandidato presidencial republicano estadounidense, Donald Trump, y al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro: “Si afirmas que escuchas hablar a un pajarito, estás loco. Los pajaritos no hablan”. Maduro escucha a uno -supuesta reencarnación del extinto presidente Hugo Chávez-, mientras Trump parece que al águila del escudo estadounidense. A ambos, estos plumíferos les han aconsejado no cooperar ante crisis compartidas con países fronterizos, para optar por cerrar fronteras y levantar muros, culpando de sus problemas internos a, entre otros, esos vecinos a los que descalifican como raza y ponen en su honestidad. En un mundo globalizado, además de conciliar economías, culturas, e idiomas, la colaboración es la solución mas lógica, especialmente para afrontar crisis entre quienes comparten fronteras. Pero, desde sus intransigentes concepciones ideológicas alimentadas por las voces de sus respectivos pajaritos, Trump propone y Maduro ya se ha aislado, solo con el objetivo de ganar las elecciones. Trump valiéndose de la discriminación racial, y Maduro de la diferencia ideológica con su homólogo colombiano, aunque con ello favorezcan a mafias que trafican drogas, armas, personas y productos básicos. Debiéramos, por estas costas, mirar la América que sueñan estos dos interlocutores de pajaritos pues varios líderes europeos -¿tendrán también pajaritos asesores?- con idénticos discursos ya levantan muros ante idénticas crisis humanitarias en Asia y África que causan la oleada migratoria actual. Y ya sabemos como terminó Europa cuando un genocida acató consejos del águila del estandarte nazi. Les Luthiers tiene razón. Quien oye hablar un pajarito, está loco.

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