el charco hondo

Mojo

Engañan. Las apariencias nos arrastran a conclusiones equívocas, injustas. Nos ha pasado, pongamos, con Rajoy. Creímos lo que no debimos, mirábamos pero no veíamos, oíamos sin escuchar. Confundidos, llegamos a sentirlo distante, frío, entregado a otras causas, ocupado con otros territorios, lejano, abrazado a demandas que no eran las nuestras, desentendido. Ahora que sus estrategas de campaña lo pasean de terraza en terraza, de bar en bar, dándose al café y la caña de cerveza, ahora, ni un día antes, hemos descubierto que sí, que nos tiene adentro, bien cerca. Pensábamos que nos había olvidado y, vaya, nos cuentan que Rajoy suele ir cerca de la sede del PP, en Madrid, a comer papas con mojo. Haberlo dicho antes. Tranquiliza. Las papas ponen los afectos en su sitio. El mojo nos reconcilia con Rajoy. Volvemos a ser uno de los suyos, y él uno de los nuestros. No acaban aquí, qué va, las castañuelas. En apenas unas horas van a contarnos que el Estado dejará de retenernos el ITE -cerca de doscientos millones; millones arriba o abajo-. En adelante se gestionarán en las Islas. Está cerrado. Incluso lo del techo de gasto se arreglará. Es, sin segundas, una buena noticia. Será en horas; y si no es, si al final desandan lo acordado, estas últimas líneas se autodestruirán junto a los bombos y platillos afinados para la ocasión por ambos gobiernos. El ITE, al fin. Entrar en Moncloa en los minutos de descuento de la legislatura tiene sus luces y sombras. Echar un rato alegando sobre el REF económico, aún a sabiendas de que en febrero ese proceso volverá a la casilla de salida, dibuja las sombras. Cosa diferente es lo del ITE, que arrojará luz con la que compensar el apagón presupuestario. El olor a urna da estas alegrías. Soria y Antona, con su recital de tacticismo hipnótico, emergen como los más listos de la clase. Ahora bien, siendo relevante lo del ITE, el reencuentro con Rajoy pasa por esas papas con mojo. Eso nos ha tocado la fibra. Ahí nos has dado, Mariano.