soliloquio

Ya no queda nada

Para el sorteo del día 27 de los presentes en Cataluña. Como si de un sorteo especial se tratara, uno de esos especiales que organizan los de la primitiva o la ONCE, avanzamos hacia el descalabro del bombo. Lo digo, porque pase lo que pase, pasará mal. Si es un truco para negociar con ventaja, montar todo este zaperoco, es vergonzoso. Si es una gracieta de Artur, el del ego ciclo genético explosivo, para tapar las vergüenzas de treinta años de sardanas con cepillos para pasar la gorra a empresas españolas, catalanas, gallegas -las del bloque-, y las del maligno con sede en Madrid, una golfada de aquí te espero. Caso de ser un disparate, lo que me parece ser, pues eso un dislate de cinco iluminados. La historieta acabará reabriendo El Molino, cabaret en el que actuarán -Don Euro y Don Independice-, con diálogos como algunos de Shakespeare: “Oh, mi buen Horacio -Oriol-, qué nefasta memoria quedará de mi nombre, si estos hechos no son bien conocidos: si alguna vez me amaste, apártate algún tiempo de la felicidad, y en este mundo cruel, extrae del dolor la fuerza suficiente para contar mi historia, pide Hamlet a su amigo. O, cuando Cleopatra clama -Muriel Casals-: “Mirad, mujeres mías: la corona del mundo se ha fundido. ¡Mi señor! ¡Oh! El laurel de la guerra está marchito, ha caído la estrella polar de los soldados: las adolescentes se igualan con los hombres, los mejores se han ido, y no queda ya nada que merezca la pena bajo el impulso de la luna”. Nunca pude con Artur, es más, sin ánimo de faltar, me parece un trilero y un trolero de la política. Hace unos días al oír a Obama durante la visita del jefe del Estado Español a USA, también quiso ser el centro de la noticia, la novia de la boda y el nano del bautizo, parecía estar dopado, no se nombró a su región española, si bien al verlo parecía que Felipe VI había ido a la Casa Blanca a hablar de él y de Catalufia. Cuando se publique este artículo faltarán días para que el bombo del bingo del sufragio autonómico catalán haya dictado las resultas de tan traídas y llevadas elecciones. Si bien, desde estas líneas les deseo lo mejor, y como aconsejó Don Quijote a Sancho Panza antes de irse este a gobernar la Ínsula Barataria: “Dispuesto, pues, el corazón a creer lo que te he dicho, está. ¡Oh, hijo!, atento a este tu Catón, que quiere aconsejarte, y ser norte y guía que te encamine y saque a seguro puerto de este mar proceloso donde vas a engolfarte; que los oficios y grandes cargos no son otra cosa sino un golfo profundo de confusiones.