nombre y apellido

Ángel Viñas

En La otra cara del Caudillo -Planeta, 2015-, el madrileño Ángel Viñas Martín (1941) rompe de una tacada los mitos que rodearon al jefe del levantamiento contra la II República y mantienen la equívoca aureola en su sepulcro del Valle de los Caídos. Fue tan difundida la fama de su honradez y austeridad que caló incluso en los escritores de izquierdas que obviaron ese flanco y apuntaron a su simpatía y compromiso con los regímenes de Hitler y Mussolini, su obsesión contra las democracias burguesas y su inflexible crueldad. Ahora un economista de carrera, ayudante y amigo de José Luis Sampedro y Fuentes Quintana, que ocupó empleos técnicos por oposición durante el franquismo y cargos de designación en la democracia, demuestra que el vencedor de la Guerra Civil y “jefe del Estado por la Gracia de Dios” en 1936 tuvo su sueldo embargado por su rebelión contra la legalidad constitucional y, cuatro años y un millón de muertos después, a principios de 1940, “contaba con una fortuna personal de treinta y cuatro millones de pesetas”, al cambio, casi cuatrocientos millones de euros. Respalda la aseveración en un reportaje de Javier Otero publicado en 2010 en Tiempo y cita regalos del führer (entre ellos el famoso coche de cuatrocientos mil euros), el cobro de sueldos y gratificaciones de empresas públicas -Telefónica, naturalmente- y “la distracción de fondos para reconstruir la patria y la llamada Operación Café”, una trama que se apoderó de más de cuatro mil toneladas del costoso grano regaladas por el gobierno de Brasil. Sin embargo, son otros aspectos -como la concentración de poder y su venal gestión y abuso del mismo- los que merecen la mayor censura. En ese punto lo compara con Hitler “en cuanto los dos eran fuentes de derecho; su palabra era ley”; y lo pone por encima de Stalin. “El estalinismo fue una dictadura pero jurídicamente la palabra del dictador no era ley”. Avalan las afirmaciones de Viñas su bibliografía de treinta títulos, entre libros y artículos para revistas especializadas, una notable labor editorial de textos de historia contemporánea y misiones cualificadas en la Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional y la Organización de Naciones Unidas. Saludada por la crítica con elogios y alguna que otra reserva, el prestigioso Elorza, en El País, observa exceso de sarcasmo en torno al personaje y al mito desmontado y recomienda la ironía, pero ésta tiene una cierta carga de humor que ni los más conspicuos seguidores le reconocieron al general ferrolano.