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El boludo

1. La definición más exacta del boludo la encuentro un sábado cualquiera en El Corte Inglés. El boludo es el individuo voluminoso, venezolano, con pantalones pescador, la esposa igualmente voluminosa y dos niños, uno de ellos en brazos, el otro tocándolo todo, que se implantan en el pasillo y no dejan pasar a nadie. Lleva el boludo unas cholas infames y habla alto, como quien nunca ha albergado la duda. Pero con la diferencia de que no dice sino disparates. No compra nada jamás. Al boludo también podría llamársele huevón, que es un término más contundente, con la diferencia de que el huevón puede ser listo, aunque no lo parezca, y el boludo no tiene nada en la cabeza. El boludo jamás tiene prisa, camina como un paquidermo desgonzado, mirando a izquierda y derecha pero siempre interrumpiendo el paso. Mientras que el mago le tiene respeto a El Corte Inglés -lo suyo es Alcampo-, el boludo, no, el boludo entra en el edificio sin reparo, acostumbrado como está al Sambil de Chacao, donde los pasillos son más anchos y la mercancía más a su gusto.

2. Tampoco paga el boludo el aparcamiento. Ya verán lo que hace. Saca el coche, sin pasar el ticket por caja, en los momentos de mayor agobio. El de seguridad que controla la valla le dice que no lo ha abonado y el boludo se echa las manos a la cabeza, lamentándose de su olvido. Para no montar un chocho kilométrico, el de seguridad levanta la valla y el boludo y su familia salen y se ríen del éxito, una vez han perdido la vista al empleado. Esto, una y otra vez. En otras ocasiones fingen haber perdido el ticket. Ambas maniobras son frecuentes.

3. El boludo recorre todos los pisos del edificio, le precede el niño mayor, el tocapelotas. Su mujer es la última de la procesión, gorda como una cochina e igualmente cutre en el vestir. La conversación es casi monosilábica: “¡Qué bonito esto, vale!”. Detrás llevan una cola, pues la gente no los puede adelantar. Si vas con prisas estás perdido: son poco ágiles, pesados y se las arreglan para interrumpir el tráfico de personas y crear aglomeraciones; no digamos nada en las fechas navideñas. Acaban comprando los juguetes en un chino, pero antes se dan una vuelta por El Corte Inglés para joder al personal. Y eso.