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La ciudad tiene otra cara

1. Le robo el título a la novela de mi admirado don Luis Gálvez Monreal, paz descanse, ganadora de un premio Pérez Armas en la noche de los tiempos. Hay tipos curiosos en la ciudad. Por ejemplo, el conductor huevón, que tarda 15 segundos en despegar, clavado en la primera línea de un semáforo, ante la desesperación de quienes lo seguimos, en cola rigurosa. El huevón lleva la mano por fuera, agarrando el cigarrito, y nunca tiene prisa. Jamás. También está el pelma que se empeña en cruzar las ramblas por fuera de los pasos de peatones y casi siempre en oblicuo, bueno, o en diagonal. Entra en el paso por donde no hay rayas y sale también por donde no existen rayas. Te dan ganas de asesinarlo. No me olvido de la mamá de la Pureza que deja que la niña saque un pie fuera del paseo, justo en el momento en que pasan los coches y te da un susto de muerte. La gracia de la niña puede acarrearle notables prejuicios, porque sencillamente se puede quedar sin pie.

2. El huevón de obra es un jubileta de chándal gris marengo que mira por el agujero de la valla de las obras, que como sobresale del límite natural de la acera hace que te precipites a la calle, porque no cabes, con riesgo de ser atropellado. Permanece horas ahí, mirando como un bobo el agua que sale del fondo del foso; con la mano derecha agarra la bolsa del pan y media docena de huevos, algunos de los cuales siempre llegan rotos. La mujer lo echa desde por la mañana para que no le esté levantando continuamente la tapa de los calderos al fuego.

3. El jubileta que se cree joven pasea deprisa y con una ridícula gorra de visera de aquellas que usaba Ricardo Zamora. Individuo extemporáneo, fuera de época, que cree firmemente que va a la última y hace el ridículo en todas las esquinas. Luce una corbanda, prenda fuera de uso totalmente, y violín, que es como llaman en Venezuela al surco de sudor bajo los sobacos. A mí me parece una persona deprimente, que pontifica cuando habla y que no tiene el más mínimo sentido del ridículo, ni factores inhibitorios de su carácter demodé. Hay más, pero quizá para otro día.