la columna

La columna de Churchill

Canarios de primera, canarios de segunda y canarios de tercera
Lo malo de vivir en las islas más pequeñas es que, en la práctica, eres un ciudadano canario de segunda e incluso de tercera categoría. No es insulto sino realidad: los transportes son mucho peores y todavía más caros, mientras que la cesta de la compra es apreciablemente más costosa. La economía de estas islas es todavía más dependiente de lo público y de los servicios, y ni siquiera el turismo inyecta allí ese maná del que se benefician las más grandes y mejor conectadas. Por eso, cuando se habla de la triple paridad como si se tratase de una de las siete plagas de Egipto sería aconsejable que se recordase a la vez que hay canarios de primera, de segunda y de tercera, y que borrar de un plumazo las políticas que intentan paliar la doble y triple insularidad sería terrible para ellos. Todos los canarios hemos soportado estos años una agresiva campaña discriminatoria desde Madrid con recortes sin parangón: mejor no repitamos el escenario en casa y con los nuestros.