SOCIEDAD

El Domund se hace presente todo el año

Los misioneros javerianos Miguel Taboada, Juan Carlos Díez y Rolando Ruiz. / DA
Los misioneros javerianos Miguel Taboada, Juan Carlos Díez y Rolando Ruiz. / DA

POR ZENAIDO HERNÁNDEZ

Si bien la celebración del Domund (Domingo Mundial de las Misiones) tuvo lugar el domingo 18 de octubre, la llamada a prestar apoyo a los miles de misioneros de la Iglesia Católica que realizan su labor en el mundo se extiende durante todo el año. Así lo han expresado los misioneros javerianos Miguel Taboada, Juan Carlos Diez y Rolando Ruiz que recorren desde hace unas fechas el Archipiélago, manteniendo reuniones en los colegios y parroquias.

En la santacrucera iglesia de María Auxiliadora mantuvieron uno de los muchos encuentros que figuran en su apretada agenda. Durante sus intervenciones animaron a los asistentes a compartir el Evangelio con todos los vecinos, “porque la misión está también aquí, entre ustedes, en el lugar donde residen”. Coincidieron con las palabras de presentación que hizo el párroco de esa comunidad Juan Manuel Yanes.

Miguel Taboada, zaragozano, con casi una década de misión en Brasil conoce muy bien Canarias, donde ha participado en otras ocasiones en labores de animación a la misión. Mostró su satisfacción por el lema del Plan Diocesano Pastoral que se ha establecido para el periodo 2015-2020: Una Iglesia en Salida. “Es una llamada a la misión- dijo- pues coincide con el mensaje que ahora y siempre mueve a la actividad misionera. La campaña que realizamos este año bajo el lema Misioneros de la Misericordia trata de destacar el sentido de nuestra colaboración, puestos en el camino de extender el mensaje de Jesús, acompañando a los fieles en cualquier ámbito, sobre todo a los más pobres, en los lugares más distantes. Ellos son el mejor tesoro de la iglesia y a nosotros nos cabe el honor de escucharles, de estar a su lado y tratar de compartir su realidad”.

Con naturalidad, despojados de la aureola del heroísmo que suele aparecer en lugar destacado cuando se les menciona -“no nos sentimos suicidas, ni mucho menos especiales”-, cada uno de los misioneros dio a conocer su experiencia. Juan Carlos Díez, de Guipúzcoa, lleva 16 años en África de los que 12 años los ha vivido en el Chad, en una comunidad joven, junto a otros cuatro religiosos, uno de ellos canario, Jesús Calero, de El Paso, a la que espera regresar en breve. “Compartimos la vida, tratando de iluminar la realidad del pueblo en el que tratamos de integrarnos, respetando su cultura. No somos exclusivamente agentes de cambio, en el sentido amplio con el que se engloba la labor de los cooperantes de cualquier ONG. Nosotros llevamos junto a esa dimensión un matiz peculiar, que es nuestro motor: el mensaje evangélico, la palabra viva de Jesús. No estamos ajenos a lo que acontece a nuestro lado, como son los efectos del integrismo islámico, pero asumimos esa situación sin extralimitar la preocupación. Sabemos que nuestro testimonio sirve de fermento y da aliento y esperanza a los que allí lo sufren. Ese acompañamiento es hoy imprescindible para mucha gente. Les llevamos el mensaje de un Dios que se hizo hombre, como nosotros, y con ello celebramos la vida. Nos sorprenden con su sencillez, con el interés que muestran y en como acogen el Evangelio. Nos sentimos felices y por ello nos vemos a su vez evangelizados por su respuesta”.

Rolando Ruiz Duran ha pasado también gran parte de su vida en África, en Camerún y Chad. Nació en México y allí ingresó en la comunidad javeriana, orden fundada por el obispo italiano Guido María Conforti (1865-1931)y de a que es parón el jesuita San Francisco Javier, el llamado apóstol de la India. “Hemos vivido en los últimos años bajo la permanente amenaza de los movimientos integristas islámicos, como Boko Haram, que responde a intereses de expansión económica y que se ha distanciado mucho de la tradicional tolerancia del Islam. Los jóvenes de la región donde vivimos se ven atrapados ante una realidad compleja; comprueban con desencanto que no tienen futuro. Esos problemas no sólo se dan en Camerún o Chad, también lo padecen en Nigeria, Sudan, Libia, Níger… Es una región en la que se palpa la tensión, donde se cruzan intereses que tienen el epicentro muy lejos. A muchos no se queda otra alternativa que integrarse en las milicias, y así desaparecen generaciones con los niños en el mundo violento de la guerra, con armas que llegan de la Unión Europa, de Rusia, de Estados Unidos…. Pero aún así hay esperanza y se vive con interés el deseo de dar paso a un nuevo tiempo en el que se imponga la justicia, que se hace palpable en casos como los del expresidente Habré que sigue retenido en Senegal.”

Las palabras de los tres jóvenes misioneros dibujan una realidad que consideramos sólo parcialmente y muy de tiempo en tiempo aparece en reflejada los medios de comunicación. Nos dicen que observan con cierto escepticismo el retrato que de ellos se suele prodigar cuando surgen en las noticias. “Aparecemos por unos días, cuando hay un secuestro, cuando nos dan la orden de abandonar un país por temor a las consecuencias de la escalada de violencia y seguimos en nuestro sitio, cuando se constata la expansión de las enfermedades y guerras, y ante otros hechos de similar calado. Luego todo eso se diluye pues el día a día es diferente, no es tan trágico como lo pintan”.

Miguel Taboada comenta que cuando ha recibido a cooperantes o amigos que le visitan en Brasil les extraña la naturalidad con la que se mueve, entre las favelas, por los pueblos, por las grandes urbes…. “Hay violencia, pero nunca me he sentido en peligro. Brasil es un pueblo fervoroso y nuestra iglesia es eminentemente misionera. El mensaje del Papa Francisco ha calado muy hondo, especialmente entre los jóvenes. Los laicos están participando de forma activa en las comunidades y observamos una gran incorporación de jóvenes que da esperanzas hacia una renovación muy activa”.

Rolando Ruiz no duda en afirmar que cada pueblo tiene su tiempo y hay que entender que está en su derecho de evolucionar respondiendo a los retos que le toca vivir. “Los misioneros estamos en el camino, mostrando a Dios, dando cuenta de su presencia cercana y por ello anunciando la alegría del perdón. Les respetamos y acompañamos siempre. Observo que en Canarias, como en mi país, hay un espíritu misionero que tiene su raiz en el menaje que un día llegó a las generaciones anteriores y que ha ido creciendo al calor de la emigración que ha llevado a tantos isleños a América y que hoy les pone en camino hacia cualquier otro lugar del mundo. En el presente todos los caminos están abiertos y en todos los lugares hay necesidad de encuentro, de hacer que prevalezca la misericordia, la esperanza…

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Anchieta, Betancourt, Arce, Viera…

Muchos canarios sintieron la llamada de seguir a Jesús, predicando su palabra. Tomaron a lo largo del tiempo el camino de la misión. La amplitud de América les llevó al encuentro con sus gentes y allí dejaron su vida. José de Anchieta, Pedro de Betancourt, José Arce, Jacinto Vera, Pantaleón Álvarez, Andrés García… En la actualidad más de 70 canarios entre sacerdotes, religiosos y laicos están desarrollando la actividad misionera tanto en América, como en África y Asia, al tiempo que son más de 40 los sacerdotes y monjas que procedentes fundamentalmente de América realizan su labor en el Archipiélago. La misión tiene en nuestro tiempo un rostro de ida y vuelta. Es la realidad que surge en un mundo donde se agudiza el abismo económico que separa a los pueblos al tiempo que se acortan distancias con la celeridad de la comunicación. El mensaje que sirve de fundamento y guía a los misioneros sigue siendo el mismo, y la llamada a ponerse en camino llega igual de diáfana al corazón de los jóvenes que buscan la felicidad y saborean la dimensión que emana de su generosa entrega, la mayor escala del altruismo.

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