cultura

“El circo es el arte de desafiar el sentido común”

Jaume Tortell. | DA
Jaume Tortell. | DA

Jaume Tortell (Barcelona, 1955) está considerado uno de los artista circenses más importantes del mundo. Con Payasos sin Fronteras, entidad declarada de utilidad pública de la que es fundador, se ha recorrido medio mundo regalando sonrisas. El sábado, día 24, actuará en el Guimerá de Santa Cruz, en el marco del Festival Clownbaret.

-¿Qué espectáculo trae a la Isla?
“De todos los shows que voy haciendo, siempre me quedan unos bloques pequeños. Estos números, que en algunos casos tienen casi 40 años, se van quedando en la maleta que se ha convertido en mi espectáculo de batalla, el que me sirve para actuar ante todo tipo de público y en cualquier lugar. Historias que se hilvanan y con las que intento hacer lo que más me gusta: poesía escénica”.

-¿Qué hace un sociólogo, economista y profesor como usted dedicándose al circo?
“Todo sirve en la vida. Formo parte de una generación que empezó a hacer de payaso en la época franquista. Era otra metodología y otra historia, pero fue una experiencia muy intensa y enriquecedora. Luego vino una pequeña revolución cultural, que nos ayudó a poder experimentar, y de ahí di el salto al circo. Y aquí sigo desde entonces”.

-¿Cuál ha sido su aportación a la escena circense?
“El circo es el arte de desafiar el sentido común. Los números básicos del circo están relacionados con la física básica: el equilibrio, la gravedad, la fuerza centrífuga. De hecho, podríamos explicar la física que se enseña en Bachillerato en base al circo. Si no se puede volar, se vuela. Y si las cosas se caen, se aguantan, como hacen los malabaristas. Mi generación nació a la par que el circo contemporáneo, que no es otra cosa que la incorporación del resto de artes escénicas. Poniendo dramaturgia, luces, danza, música. Es algo muy divertido. Los chavales nos llaman clásicos y los más veteranos, modernos. Lo que he aportado es mucha dedicación y, a cambio, he hecho muchos amigos”.

-Ha tenido la oportunidad de recorrer el mundo con Payasos sin Fronteras. ¿Llevar la sonrisa a tantos lugares en dificultades es más complicado?
“La comicidad se entiende a nivel universal. Todos nos reímos de nuestra propia estupidez. Cada cultura es muy suya, pero el payaso es un personaje al servicio del público y tiene que saber hasta dónde puede llegar sin ofender”.

-¿Cómo ensaya un payaso?
“Después de 40 años no sabría decirlo. Normalmente, es a partir de la evolución. Trabajamos las técnicas que nos sirven para ponernos delante del público con cierta seguridad. Pero, a partir de ahí, la diferencia que hay entre una gran payasada y una tontería es algo muy sutil. Por tanto, los mejores ensayos son las propias actuaciones”.

-¿Hacia dónde camina el mundo del circo?
“El trato que se le da al circo en España es de subgénero, igual que a los títeres. Hay otras disciplinas que reciben mayor aportación de dinero público, como la música y el teatro. El mundo del circo no tiene ese nivel, cosa que no ocurre en Francia, por ejemplo. Todo estos cambios que hemos tenido a nivel urbanístico también han influido, ya que ahora apenas hallas espacios en la ciudad para levantar un circo. En Francia, que viene a ser el Hollywood circense, sí que han conseguido mantener esos espacios. Lamentablemente somos, además, el país de Europa con el impuesto cultural más alto”.

-¿Qué le quita la sonrisa?
“El mundo capitalista, donde las personas están por debajo de los sistemas económicos. El estado de derecho está torcido. Me río, pero de pena”.

-Y como catalán, ¿cómo está viviendo la crisis independentista?
“Eso sí que me hace muchísima gracia. Soy de los que piensan que el último gobierno legal de España fue la República. Después hubo un golpe de Estado y una amnistía que nos ha dejado así, como nos ves. Es curioso, cuando menos, que se mande a alguien ante un tribunal por sacar unas urnas a la calle. Diría que una payasada muy mala”.

-¿Es cierto que se planteó no recoger el Premio Nacional de Circo que le dieron en 2013?
“Tenía previsto ir a Sierra Leona con Payasos sin Fronteras y fue lo que hice. Era más útil allí que recogiendo un papel”.

-En cuanto al circo con animales, ¿lo prohibiría?
“Para prohibir ya están las dictaduras y los militares. Para regular están las democracias. Cualquier maltrato es inadmisible, pero una prohibición absoluta tampoco me parecería adecuado. Hay gente que trabaja con animales con mucho respeto”.

-¿Por qué no le gusta el Circo del Sol?
“Han aprovechado el boom que hubo en el sector para montar un inmenso negocio. Su principal objetivo es sacar dinero, por eso tienen varios espectáculos en Las Vegas. Para mí, el arte es un medio de hacer cultura para mejorar la vida de la gente, no para ganar dinero. El Circo del Sol me parece igual que esa marca de hamburguesas”.