tribuna

Ermita de San Telmo, Puerto de la Cruz

En el Puerto de la Cruz, en uno de sus rincones más emblemáticos, se levanta la ermita de San Telmo. Rodeada de una plaza antigua, donde parece que el tiempo se ha detenido. Ni el ruidoso paseo cercano, ni siquiera los establecimientos hoteleros, le han quitado protagonismo. Entre un Casino de juego y unas panorámicas del Atlántico, allí se encuentra este oratorio internacional. Por fuera, junto a su puerta, aparece la inscripción, siglo XVIII. Su ubicación más conocida es la Roca de la Caleta. La capilla más antigua fue construida en 1626, por la cofradía de pescadores y consagrada a San Telmo ( Pedro González Telmo). Fue un fraile dominico, nacido en Palencia. Cuentan sus biógrafos que la vida de este hombre fue la de predicador, como todos los de su orden. Especialmente en Galicia, en la ciudad de Tuy, en cuya catedral se encuentran sus restos mortales. Junto a esta capilla, los dominicos construyen en 1629 un convento. Un gran incendio en 1778 destruyó el cenobio y la iglesia. Pero los pescadores, fieles devotos, en 1780 procedieron a la reconstrucción de la ermita, cuyo frente principal es el que se conserva hoy. La imagen, que es de candelero, llegó al templo en 1783, donada por un piadoso mayordomo. Siguiendo a los historiadores portuenses se fijó la fecha de su fiesta el segundo domingo después de Pentecostés. En 1826, otro gran temporal causó grandes daños en el norte, por lo tanto la ermita sufrió daños, dado que se encuentra en un promontorio sobre el mar y las fuertes olas prorrumpen continuamente sobre las rocas basálticas. En 1880, se abre definitivamente al culto, hasta que fue saqueada en 1930. Una vez pasadas varias vicisitudes, en 1945 se comenzó a celebrar el culto con regularidad. En 1955 se colocó el piso y se restauró el púlpito, hoy desaparecido como tantas obras de arte en la Isla. Más tarde, en 1958, le llegó el turno la campana y comenzaron a celebrarse las fiestas. En 1967, con motivo del creciente turismo alemán, el obispo de esta Diócesis y el Secretariado Católico Internacional de la Conferencia Episcopal de Alemania acordaron ceder la ermita para la celebración de cultos en su idioma. Con este motivo el interior de la capilla fue restaurado con la financiación del KAS, en 1968. En la actualidad es constantemente visitada por todos los que llegan al Puerto de la Cruz. El interior goza de una paz espiritual que invita a la oración. Muy bien conservada, a la que se une música de órgano, en tonos muy suaves. El arquitecto Fred Hellweg de Dusseldorf decoró el templo, respetando los elementos antiguos, como el retablo y la imagen de San Telmo, con elementos modernos, ejemplo de ello es el crucifijo forjado en hierro colocado a la izquierda del altar. La segunda parte conserva lo tradicional. Recubrió el altar con placas de bronce y metales blancos, representando la ofrenda del pan, el vino, el pez y las uvas.

Las pinturas del altar y la bóveda fueron restauradas por Hans Perth. Sobre la puerta de la sacristía figura el escudo de los dominicos y el tapiz que se encuentra en la parte superior del retablo, una escena de la conquista de la Isla.

La capilla atrae a muchos visitantes, por su enclave turístico, por su balcón sobre el Atlántico, por ese ruido constante de las olas cual si fuera una orquesta de violas y oboes, sí, efectivamente ese prodigio la convierten en una de las joyas sonoras a la vez que silenciosa de la ermita, de un santo, que junto con la Virgen del Carmen bendice desde el mar al Puerto de la Cruz, a todos sus vecinos y visitantes y a los mares norteños. El padre jesuita alemán Leppich, en una visita la calificó como “Minicatedral San Telmo”. Una de las joyas que hay que conservar y que forman parte del patrimonio de la Isla y del Puerto de la Cruz. Me informaron que los lunes a las 20.00 horas se celebra la misa en español, los demás días en alemán.