NOMBRE Y APELLIDO

Juan Carlos Escotet

La Colección de Arte Abanca se presentó por todo lo alto en Madrid con una selección de doce obras y bajo el título ‘Picasso y el cubismo’ que revelan las claves estéticas de este movimiento a través de un cuarteto de lujo que, en torno al genio malagueño, sitúa a Georges Braque (1882-1963), Fernand Léger (1881-1955), el madrileño Juan Gris (1887-1927), la santanderina Marie Blanchard (1881-1932), el jienense Manuel Ángeles Ortiz (1895-1984), Jean Metzinger (1883-1956), presente con dos telas, y una escultura de Julio González (1876-1942). Abierta hasta diciembre, la muestra es un arco cronológico y estético de siete décadas y, además de su interés objetivo, sorprende el acierto en la adquisición de fondos que representan, con tanto acierto y propiedad, un estilo de entreguerras que ha registrado habitualmente los precios más altos mercado. Juan Carlos Escotet, vicepresidente de Abanca, anunció “que había llegado el momento para que el patrimonio de la fundación cumpliera la función social para la que fue creada”, que unió a instituciones y empresas gallegas con espíritu de mecenazgo, dimensión de profesionalidad y vocación pedagógica”. Dentro del temporal económico, y ético, que sacudió y hundió la mayoría de las cajas de ahorro españolas, la fuerza con la que apareció esta nueva entidad en el panorama cultural, sorprende por la decisión y buen criterio con la que enriqueció sus fondos que, inicialmente, sólo constaban de pintura regional (Castelao, Laxeiro, Seoane, Lugrís, Grandío y Novoa) y que, a un ritmo sorprendente, creció con firmas españolas (Joan Miró, Salvador Dalí, Antoni Tapies, Oscar Domínguez, Manuel Millares, Manolo Valdés, Juan Muñoz, Chillida, Cristina Iglesias) y dio el salto internacional con notabilísimas compras de Vassily Kandinski, De Chirico, Marc Chagall, Francis Bacon, Desiree Dolron, entre otros. Doscientos cincuenta plásticos y mil cuatrocientas obras, aproximadamente, por una parte y una colección bibliográfica extraordinaria, integrada por más de tres mil registros – incunables, facsímiles de extraordinaria rareza y primeras ediciones de los siglos XVI al XXI – depositada desde hace dos años en la Biblioteca de Galicia de la Cidades da Cultura, gestionada por el gobierno autónomo, certifican una buena actuación que, lamentablemente, no ha tenido réplicas en los lugares donde también se registraron temporales, cambiaron las titularidades de las cajas quebradas pero ni se divisan ni se intuyen tiempos de bonanza, no digamos de esplendor, como en este caso