el charco hondo

Patada

La curva siempre está ahí, esperando. A veces, como el domingo, asoma en la sexta vuelta porque Valentino Rossi no quiso esperar a la séptima. Buscó a Márquez, lo miró hasta en tres ocasiones y, arrastrado por su instinto básico, se acercó y lo tiró al suelo tras lanzarle la patada más comentada de los últimos años; coincidiendo con el sexto giro, esperó a Márquez y decidió, pensándolo mucho o poco, sacarlo de la carrera, construyendo así, en ese instante, en esa curva, una realidad diferente, sustituyendo unos hechos por otros, poniendo fin a un relato para iniciar otro distinto. Si las motos tienen en las curvas el espacio dado a estos cambios de relato, los gobiernos afrontan con la aprobación del anteproyecto de cuentas el instante en que, superadas las primeras vueltas de la legislatura, la realidad presupuestaria da una patada al Ejecutivo y, tirados en el suelo, presidente y consejeros se retuercen sobre el asfalto sin capacidad para atender las expectativas alimentadas durante las vueltas iniciales. Como escribe Rebeca Chacón, con la aprobación del Presupuesto a este Gobierno se le acaban sus cien días de fantasía, dándose de narices con la cruda realidad. Aplacar las críticas prometiendo esto o lo otro es gratis, el problema -dice Rebeca, con razón- es que los compromisos tienen fecha de caducidad. Con la aprobación del anteproyecto en el Consejo al Gobierno se le agota la fórmula de evitar los zarpazos tirando de promesas. Adiós a los juegos florales. Empieza el baile. Este Gobierno ha alcanzado la curva en la que los presupuestos te dan una patada dejándote tirado sobre el asfalto de la dura realidad. Con Madrid pasando olímpicamente de las enmiendas a los PGE, Montoro desaparecido y los presupuestos autóctonos reducidos a 60 o 70 millones reales, a ver cómo hace este Gobierno para pagar las motos que ha vendido. Han llegado a la curva, acaba la fantasía, comienza otro relato bien diferente.