superconfidencial

El pejiguera

1. Alguna vez he escrito sobre el pejiguera, individuo corto de ideas pero muy contumaz en sus planteamientos. El pejiguera desarrolla una sola idea que le dura años. E insiste e insiste en ella hasta agotar a todo el que le rodea. El pejiguera, por lo general, no tiene nada que hacer, pero su contumacia en la insistencia -esto puede ser una reiteración innecesaria- causa en los demás cierto regocijo, a pesar de su condición de paliza. Yo conozco varios pejigueras y a algunos los he sufrido, tanto en mi vida llamémosla privada como en mi profesión. Son realmente insoportables, se creen en posesión de la verdad y en muchas ocasiones desprenden ternura: “Ya viene este a contarme su rollo”, dice el personal, huyendo por las esquinas. Y lo dejan más solo que la una, recitando de memoria su obsesión.

2. Yo podría dar nombres de pejigueras de reconocida solvencia, pero no lo voy a hacer porque es bueno tener caridad con el prójimo. Además, ¿quién soy yo sino un hombre más bien gruesito -no me gusta que me llamen gordito, gordo sí- que escribe en los periódicos? Yo no soy quién para juzgar a nadie, ni para aplicar etiquetas; el pejiguera se etiqueta solo. No tiene vida social, o apenas, ni tiene vida sexual, ni se alimenta de otra cosa que no sea de su obsesión, que llega a despertar los sentimientos citados y cierta risa, esta es la verdad. Vive del chisme y se siente bien entre chismosos, especialmente entre mujeres correveidiles. Los hay de varias categorías, entre ellas la del pejiguera insigne, es decir, el más plomo de todos. Y tiene su mala lechita.

3. En la caricatura que hago de personajes -el boludo, el jubileta, el mirón de obras, etcétera-, el pejiguera es el de menor entidad. Si lo incluyo en esta galería de gentes de la ciudad es porque merece que alguien le preste cierta atención; ya digo que desprende ternura. Me cuesta completar el retrato y llegar a las 380 palabras requeridas, ya digo que por su escasa entidad. Yo les huyo, porque no puedo perder el tiempo escuchando estupideces, que uno ya tiene bastante con lo que tiene. Y eso.
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