superconfidencial

Los áridos

1. El Ayuntamiento de Güímar, que se ha sumado a la denuncia medioambiental de la Fiscalía y de dos particulares por la explotación de las minas de áridos en el término, compró toneladas de esos áridos para emplearlas en obras municipales. Se probará en el juicio, con la entrega al tribunal de los vales de retirada de material de esas minas. Es decir, que quien clausura los yacimientos porque no disponían de licencia municipal es el primero que se aprovechaba de ellos. Lo que digo, que es cierto, se me antoja impresentable. El Ayuntamiento, en su doble moral de víctima y de verdugo, contra sí mismo. Cojonudo. Se demostrará en el juicio que los empresarios -que no debieron ser juzgados nunca juntos, pues el grado de supuesta responsabilidad es distinto en cada caso- tenían permisos de Minas y de Medio Ambiente, habían redactado un plan de impacto ambiental y sólo carecían de la licencia municipal, aunque sí disponían de convenios firmados con el propio Ayuntamiento, con el Cabildo y con la Consejería de Industria.

2. Además, el Ayuntamiento de Güímar pretendía dedicar a la extracción de áridos gran parte del Valle, pero Minas se lo impidió. Y les ha cobrado a los empresarios más de 300 millones de las antiguas pesetas en concepto de compensaciones. Y pretendía crear un impuesto especial a las extracciones que el Tribunal Supremo se tumbó. Quiero decir que los empresarios llegaron hasta donde podían llegar e hicieron lo que les han venido dejando hacer durante décadas. Ya sé que el aspecto de las minas deprime un poco, ¿pero cómo se hubiera construido la Isla entera sin esos áridos? ¿Cómo se hubiera creado la riqueza para nuestra subsistencia?

3. El Tribunal deberá valorar éstas y otras cuestiones. Pero lo realmente grotesco es que las canteras se utilizaron también para realizar obras municipales en el término de Güímar, lo que significaría un reconocimiento explícito, por parte del Consistorio, de que las extracciones eran buenas para el pueblo. Hay mucha demagogia en todos estos robaperas que se dedican al tiro a los empresarios, atribuyéndoles todos los males del mundo, favoreciendo los juicios paralelos y condenándolos antes de que se sienten en el banquillo.