Tertulia habanera

Carolina de Mónaco lleva a Cuba los Ballets de Montecarlo – Por Othoniel Rodríguez

El XVI Festival Internacional de Teatro de La Habana tuvo un cierre con broche de oro, con la actuación de los Ballets de Montecarlo en la Sala Avellaneda del Teatro Nacional, presidida por su majestad la princesa de Hannover, Carolina de Mónaco, junto a las autoridades cubanas del Ministerio de Cultura y del cuerpo diplomático acreditado en el país antillano.

La compañía monegasca presentó una versión contemporánea del ballet La Cenicienta, del director y coreógrafo Jean Christophe Maillot, en la que creó una atmósfera de magia a lo largo de toda la función.

Con la música de Prokofiev, Maillot, con una sensibilidad expresiva de alto vuelo creativo, revisó el mito de Cenicienta con visión de futuro, la despojó del polvo del tiempo desde una perspectiva en la que reúne lo onírico, lo fantástico y hasta lo psicológico. Porque esta Cenicienta de Maillot mira hacia los adentros y saca a flote los sentimientos más diversos que ponen en juego en el baile.

Todos y cada uno de los participantes en el montaje, hasta el cuerpo de baile, aportan un grano de arena al buen desenvolvimiento de la historia danzada. Mención especial merece Mimosa Koike, en su papel del hada. También para Álvaro Prieto, el padre; Angara Ballesteros, como Cenicienta, y Stephan Bourgoud, como el príncipe. En la historia del Ballet de Montecarlo existe un nexo común con Cuba, pues en la década de los años 50 del siglo pasado, exactamente desde 1955 hasta 1960, la diva cubana Alicia Alonso lideró como primera bailarina, junto a su partenaire Igor Youskevict, los Ballets Rusos de Montecarlo, que conquistaron grandes triunfos en escenarios tan importantes como el Metropolitan Opera House de Nueva York, en otras ciudades de Estados Unidos y en las principales plazas señeras de Hispanoamérica. Según la crítica especializada, misticismo, magia, música, movimiento, color, danza, luz, cuerpos, ilusionismo, sonido, símbolos, sombras, objetos y muchos otros elementos se combinan en esta original versión de Cenicienta de la mano de los Ballets de Montecarlo, del Principado de Mónaco, que debido al gran éxito cosechado, se vieron obligados a realizar varias funciones después del festival tanto en la capital de Cuba como en el interior.