después del paréntesis

Catalunya

Carme Forcadell, la recién elegida presidenta del Parlamento catalán, dijo cierta vez que Ciudadanos y el PP no eran catalanes, eran enemigos de los catalanes. Eso quiere decir exactamente que el abyecto planteamiento nacionalista de Jordi Pujol, el de elegir él a los catalanes por más que ser catalán o canario o andaluz o gallego sea una condición y una cualidad, se cumple con el independentismo allí. Por eso una de las maniobras de Junts pel Sí y de la CUP en el Parlament fue dejar sin representación en la cámara y en las mesas de la cámara a las fuerzas (llamémoslas) “constitucionalistas”. Porque en su manifiesta enjundia está el revelarse desde ese lugar, que representa a todos los catalanes, como la única fuerza política de la región/nación. Así prevén que su actuación sea meritoria y definitiva.

De manera que, aunque la CUP proclamó el día después de las últimas elecciones que es imposible declarar unilateralmente la independencia de Cataluña sin más del 50% de los votos, lo que se constata es que ellos van a lo suyo. Lo ha proclamado reiteradamente la CUP: no están ahí para gobernar, están para lo que están. Que se hayan puesto de acuerdo Junts pel Sí y la CUP para que lo primero que se discuta en el Parlament sea la declaración de independencia dicha, escudada en su mayoría, es lo lógico, y eso antes de investir al nuevo presidente en cuestión. Saber por qué actúan así no es un misterio ni ha de devanarnos demasiado la cabeza. El tardo Artur Mas, que ha liquidado a Convergencia Democrática de Cataluña, esa fuerza que fue durante largo tiempo el gran apoyo de la derecha española y que se instituyó como la correa motriz de la burguesía industrial y comercial de Cataluña, está atrapado. Su porvenir político es un suspiro, su proyecto una sandez y sus cálculos una deriva sin rumbo. Quien disfrutó de mayoría absoluta para gobernar, pasó a 62 escaños y ahora cuenta con 29, es decir, los votantes residuales. Y ERC, que se proponía sustraer a Convergencia la mayoría nacionalista, se ha convertido en la tapadera de la corrupción y en el sostén del depauperado. Y en medio la CUP, un partido marginal que no solo es anti-sistema sino que se arroga el derecho de poner contra las cuerdas al Estado que no los representa. Luego, como tienen la sartén por el mango…

Lo leí en La Vanguardia. Hay sectores representativos de la producción catalana que comienzan a moverse. Convergencia ha de ser enterrada para recomenzar el proyecto. Porque no puede ser que la única iniciativa de los susodichos sea la mayoría absoluta para su plan, sin más, y ya comienzan a sonar campanas. El gran independentista de la multinacional farmacéutica (Grifols) encontró cobijo en Irlanda. No puede ser de otro modo. Igual que lo será para Planeta, Pronovias, Volkswagen, Seat, la Caixa, Sabadell… o la industria textil. Porque sin gobierno o con independencia unilateral no habrá porvenir. Y gobierno no lo habrá; no plantearon unas elecciones para ello.

Así es que todo revuelto y el pescado sin cocinar. Mientras tanto los pasos dichos y el discurso contra-convencional: la inmunidad ante la justicia española. Porque Pujol no robó a Cataluña, robó a España, que se lo merecía; y el 3% igual. De donde el ingenio en su lugar, más que la ignominia. Es decir, bravo, glorioso, fenomenal.