Acabo de llegar

Comentarios seniles – Por Carlos Acosta García

De nada vale a un dramaturgo escribir una gran obra teatral si, en la noche del estreno, la primera actriz sufre constantes golpes de tos.
Parece un error considerar a la poesía un género literario. Es simplemente un sentimiento que nace en el alma sin que lo busquemos.

Como soy viejo, me gustaría rejuvenecer. Para el arte, sin embargo, no pido juventud sino vejez. Me gusta más el arte de anteayer.

La célebre frase del filósofo tenía, según mi modo de ver, una palabra equivocada. Yo la hubiera dejado así: “Pienso, luego estorbo”.

Aunque, para frases célebres, me quedo con la que pronunció Felipe II al enterarse del desastre de la Invencible: “No hay novedad, señora baronesa”.
La pelota de tenis se mareaba, pero no por los golpes que recibía, sino por ver las hermosas piernas de las tenistas.

Un día vi pasar a una muchacha más guapa que Ava Gardner, que Rita Hayword, que Elisabeth Taylor, que Marilín Monroe… Y el fino poeta que estaba a mi lado, demostrando su buen gusto, le dijo finamente: “¡Qué hembrota eres”.
Sé que el problema de las pateras es triste, muy triste. Pero me parece más triste tratar de solucionarlo imitando los versos de Espronceda que dicen: “Con diez cañones por banda…”.

El jeroglífico más enrevesado que he visto en mi vida es eso que los músicos llaman pentagrama.

Si se le ocurriera a usted colocar varias cosas en dos tongas es como si estuviera conjugando el verbo diptongar.

Cuando un hombre se pasa el tiempo pensando, es lógico que pierda todo el pelo. Por cierto, ¡ qué gran melena tiene tu hijo!
A las visitas inoportunas hay que decirles ¡hola! y ¡adiós! al mismo tiempo.

¿Para qué quiero yo ser don Quijote, si no encuentro quién quiera ser mi Sancho Panza y, mucho menos, quién quiera ser mi Dulcinea?

Si entre tus virtudes, por numerosas que sean, encuentra tu enemigo un defectillo, da por hecho que, a la hora de citarte, privará el defectillo sobre las virtudes.
Quien nada desea porque cree tenerlo todo, está demostrando que le falta algo muy importante y que se llama sensatez.