
Las obras de la primera etapa de la cuarta fase del proyecto de rehabilitación del convento de Santa Catalina de Siena, en el casco histórico lagunero, marchan a buen ritmo, aunque más dudas hay sobre la segunda y última etapa de los trabajos, para la que aún no hay convenio ni financiación, según explicaron desde el Obispado, que espera que las administraciones públicas pongan el próximo 2016 los 800.000 euros que faltan.
Los trabajos de esta primera etapa se adjudicaron antes del verano, por un importe en torno a los 800.000 euros, y suponen la rehabilitación del ala del noviciado que da a la calle Deán Palahí, desde la cubierta hasta la planta baja. “A la hora de ir ejecutando los trabajos se vio que también era imprescindible continuar con el ala que da para la calle Viana, al menos en la cubierta y la cimentación de las paredes, para lo que se hizo un incremento del presupuesto, de unos 90.000 euros, que puso el Cabildo de Tenerife”, explicó el responsable económico del Obispado, Víctor Oliva. Aunque marchan a buen ritmo, las obras sufren algún retraso debido a la madera necesaria en la rehabilitación, que viene de fuera de la Isla y que es complicada de encontrar en el mercado, lo que mantiene ralentizado el trabajo en este momento.
La orden religiosa aportó unos 500.000 euros para las obras que se acometen ahora
La previsión es que estos trabajos supongan otros 800.000 euros de inversión, pero “los ahorros que tiene la orden prácticamente los ha invertido ya en la primera parte, unos 500.000 euros, así que estamos intentando ver hasta dónde pueden llegar las administraciones porque la orden lo va a tener difícil para continuar con ese nivel”, explicó Víctor Oliva.
Un edificio que data del año 1611
Los primeros datos que se poseen acerca del convento de Santa Catalina de Siena se remontan a la primera mitad del siglo XVI. En 1524 el Cabildo de Tenerife proyecta la fundación de un monasterio de religiosas en los terrenos que el Adelantado y el Cabildo habían destinado a los monjes dominicos. Sin embargo, no será hasta 1611 cuando el proyecto se materialice gracias a la intervención de Juan de Cabrejas, regidor de La Palma, y de su esposa, doña María de Salas. Estos, una vez comprados los terrenos que ocupaban la casa de los Adelantados, los ceden para la construcción de un convento de monjas de clausura. Por sucesivas adquisiciones anexas se incorporaron todas las construcciones de la manzana al recinto. El 23 de abril de 1611 se inauguró el convento de Santa Catalina de Siena tras la entrada en clausura de cuatro monjas dominicas procedentes de Sevilla. El convento, modesto en un primer momento, alcanza su fisonomía definitiva en el siglo XVII. En esa época llegó a poseer unas riquezas que lo situaban entre los primeros de la Isla. Durante el siglo XIX este edificio no se vio afectado por la desamortización debido al amplio número de religiosas de clausura, y ha permanecido hasta la actualidad con la misma orden. El convento alberga el cuerpo de sor María de Jesús, más conocida como la Siervita, que cada el 15 de febrero recibe la visita de cientos de fieles. El estado de su cuerpo, considerado incorrupto, ha sido tomado como signo de santidad y se le atribuyen hechos milagrosos.